Turistas en una tienda de Platja de Palma. | miquel angel canellas serra

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Baleares recibió hasta el 30 de junio medio millón más de turistas que en el mismo periodo del año pasado. En total, 7,7 millones de visitantes en el primer semestre que dejaron 8.246 millones de euros, lo que supone un incremento anual de la facturación del 13,6 % y del 5,4 % del dispendio por persona. Ese gasto, sin embargo, no se está distribuyendo igual que el año pasado, especialmente en los meses de plena temporada alta. El encarecimiento de los billetes de avión y del alojamiento está limitando los márgenes presupuestarios para la estancia en las Islas y quien está pagando el pato es toda la oferta complementaria.

El sentir es generalizado ante el contraste con la temporada pasada. No por nada, 2023 fue un año de récords en el que la alegría gastadora se hizo notar, dejando atrás los temores por que factores como la recesión alemana o los vaivenes de la libra esterlina influyeran en la capacidad de gasto de los dos principales mercados emisores.

No fue así: el ahorro embolsado de los años de la pandemia permitió unas vacaciones a lo grande y la temporada se cerró con satisfacción en todos los segmentos de la industria turística. Los visitantes centraron la estrategia de contención del gasto en una estancia media más reducida -tendencia que se mantiene, con menos de cinco días de media en junio-, pero el gasto se diversificó.

El verdadero golpe ha tardado un año más en llegar. Ese ahorro postcoronavirus se evaporó y los turistas llegan con el freno de mano puesto. La puntilla la ha dado un verano de Eurocopa y Juegos Olímpicos, ingredientes que suelen estar presentes tradicionalmente en las temporadas de menos gasto.

«Los datos objetivos nos dicen que hay más turistas, pero es evidente que el gasto ha bajado bastante», señala el presidente de la Asociación Balear de Actividades Turísticas (Abactur), Rafael Durán, quien explica que si suben los precios del transporte y el alojamiento -los dos únicos gastos innegociables si se quiere viajar- las otras patas del turismo -ocio, comercio y restauración- lo tienen peor. «Y hay que tener en cuenta que venimos de 2023, la mejor temporada que hemos tenido nunca». Abactur agrupa empresas tan heterogéneas como Palma Aquarium o el Tren de Sóller, las cuales constatan el cambio de mentalidad del visitante del que habla Durán. Igual que en el Santuari de Lluc.«Vemos que hay más coches en el parking, pero los ingresos son menores». Más gente y menos caja.

Jaume Nicolau, del centro de buceo Skualo, hace un análisis parecido. «Se ve cierta crisis, la gente viene con los bolsillos vacíos». La preocupación, reconoce, es innegable teniendo en cuenta la importancia de la temporada alta para muchos negocios como el suyo, aunque «necesitas toda un año bueno para que vaya realmente bien».

Miguel Pérez Marsà, presidente de Abone, la Asociación Balear de Ocio Nocturno y Entretenimiento, admite que «el balance no es malo, pero tampoco es el esperado» y alude a una bajada en la facturación de entre el 15 % y el 20 % con respecto al año pasado. «La gente llega con menos dinero y los hoteles se han encarecido. Muchos han pasado de ofrecer alojamiento y desayuno a pensión completa o todo incluido y ahí es donde se va el gasto».

Lo cierto es que las tarifas hoteleras experimentaron en junio un incremento interanual del 7 %. Los ingresos por habitación disponible han crecido algo más: hasta un 9,5 % para redondear unos ingresos medios de 120 euros por habitación. Los niveles de ocupación van viento en popa, pero eso no quiere decir que los establecimientos no estén percibiendo también la contención del gasto en los servicios complementarios. «Es cierto que el gasto interno, como el del restaurante del hotel, ha bajado», asegura el presidente de la Asociación Hotelera de Palma, Javier Vich.

Desde CAEB Restauración, por su parte, cifran en un 20 % el descenso en la facturación. «No está yendo bien desde el principio, porque ya tuvimos un mes de junio muy flojo, y eso es algo que está pasando a nivel nacional», señala el presidente de la patronal, Alfonso Robledo, para expresar, por otro lado, su confianza en el arreón final de septiembre y octubre para salvar los muebles.

Desde las patronales del pequeño comercio se apunta que «podría ir mejor». Así se expresa Pedro Miró, de Afedeco, quien manifiesta, no obstante, su confianza en que los ingresos puedan aproximarse finalmente a los de 2023, un año en el que hubo «una explosión del consumo». Más pesimista es Carolina Domingo, presidenta de Pimeco, quien califica la temporada de «no muy buena». La consecuencia, lamenta, es que «muchos negocios no pueden mantenerse todo el año y tienen que cerrar tras el verano, como sucedía hace 30 años». Los comercios arrastran la rémora de una mala temporada y, en ese sentido, el proceso de alargamiento de la temporada del que se estaba disfrutando en los últimos años se ve resentido.

«Los veranos de grandes eventos deportivos nunca han sido buenos», señala el presidente de la Federación Empresarial Balear del Transporte (FEBT), Rafael Roig. Muchos turistas han compaginado sus días de vacaciones en Baleares con escapadas a Francia y Alemania y la capacidad de gasto se ha visto socavada. «No se puede decir que sea una temporada mala del todo, pero sí inferior a 2023 y con muchos altibajos», señala Roig para transmitir cierta inquietud empresarial con respecto al futuro.

Julio Nieto, nuevo presidente de la patronal del rent a car, Baleval, asegura que el volumen de reservas es similar al año pasado, aunque con una facturación menor: el sector está optando por los tijeretazos para capear el temporal. «Las empresas están optando por tirar de las ofertas y así se mantiene la actividad», afirma para aseverar al mismo tiempo que «llegar a los ingresos del año pasado es ahora mismo inimaginable».

Parecido balance hacen desde el sector náutico, pese a las recientes quejas por la masificación de embarcaciones en numerosas calas de Mallorca. «Está siendo un año flojo, con bajadas en las reservas entre el 15 % y el 20 % en Mallorca y del 25 % en Ibiza. Además observamos que los clientes, que solían regresar de las compras por Palma cargados de bolsas, ahora apenas traen cosas», señala el presidente de la Asociación Patronal de Empresarios de Actividades Marítimas (APEAM), José María Jiménez, para subrayar que las Islas «se han vuelto un destino caro en general y así es difícil competir con Grecia y Croacia».