Junto a ella se localizaron los cuerpos de otras cuatro mujeres y todo apunta a que se trata de sus compañeras Belarmina González Rodríguez, Catalina Flaquer Pascual y sus hijas Antònia y Maria Pasqual, conocidas como las Rojas del Molinar. | Youtube Ultima Hora

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El hallazgo histórico de los restos mortales de Aurora Picornell y todas las Roges del Molinar en una fosa del cementerio de Son Coletes de Manacor reescribió la historia reciente de Mallorca y Baleares en su conjunto. Cuáles han sido las fases y los pasos fundamentales para que un objetivo como el de devolver a casa a la Pasionaria mallorquina llegue a buen puerto. «Se trata de un trabajo multidisciplinar en el que han trabajado un montón de profesionales y especialistas de distintos ámbitos», explicó Almudena García-Rubio, la antropóloga que coordinó la excavación de significativos resultados desde el punto de vista democrático e histórico.

«Cualquier identificación es un proceso que consta de varias fases, todas ellas imprescindibles» afirmaba la especialista, consciente de la importancia de un descubrimiento que no se ha labrado en cuestión de dos días. «Los trabajos en Porreres empezaron en 2016, los resultados definitivos han llegado ahora y eso que en Baleares lo tenemos todo a favor», remarcó la científica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que ha dirigido al equipo transversal responsable de la búsqueda y restitución democrática de Aurora Picornell y las Roges del Molinar. Por tanto, el éxito en estas misiones es una cuestión de tiempo e interés, tal y como señala García-Rubio y como demuestra la realidad: «¿Cuánto tiempo se lleva en la Península buscando a Federico García Lorca sin resultados?».

El primer paso de todos en la identificación de un cuerpo humano pasa por la parte histórica o biográfica y la «obtención de datos ante-mortem, como el sexo de la persona que se busca, la edad y otros datos característicos físicos que ayuden a identificarlo. Si la desaparición es más próxima en el tiempo este apartado es más sencillo de realizar; en el caso de los desaparecidos de la Guerra Civil encontramos mayores dificultades».

Lo siguiente que se trabajan son las circunstancias que rodean la desaparición, «como en el caso concreto de Aurora Picornell y las Roges del Molinar en el cual buscábamos específicamente un grupo formado por cinco individuos mujeres, una de ellas de mayor edad. Este apartado es el de los historiadores y documentalistas».

La excavación arqueológica sobre el terreno conforma la segunda fase en la identificación de las víctimas de la represión fascista y del franquismo. «En el caso de Picornell y las Roges del Molinar el trabajo de campo descartó que pudieran estar en Porreres, como siempre se había dicho. Pero lo que hicimos allí fue fundamental, dado que pudimos dar con los restos de Ignasi, el hermano de Aurora Picornell. En Son Coletes, en Manacor, se localizaron restos de decenas de víctimas, y al grupo que nos ocupa en la fosa número tres». En este caso, en el momento de las excavaciones, García-Rubio comentó que fue capital el hallazgo de un plano antiguo, de la década de los años cuarenta del siglo pasado, que transmitía una imagen fidedigna del camposanto pocos años después del enterramiento de las mujeres, algo que arrojó una información básica en esta importante empresa.

El estudio osteológico de los huesos recuperados en la excavación es el siguiente eslabón de la cadena. «Ello permite establecer un perfil biológico básico de la víctima, en este caso su sexo, edad y estatura. La dentición suele suponer una pieza fundamental en la resolución del puzle en el caso de identificación de víctimas más recientes; por ejemplo se utilizó con mucho éxito en la guerra de Yugoslavia y más recientemente tras el tsunami de Indonesia. En el caso de la Guerra Civil lo complicado es tener datos de entonces para cotejar las muestras». Las variantes anatómicas son útiles en ocasiones para identificar a miembros de una misma familia, algo que no ha sucedido en este caso en particular ya que algunos de los cuerpos no estaban completos por las reformas posteriores practicadas en el suelo del cementerio.

La última parte, y no por ello menos importante, la ocupan las pruebas genéticas que comparan el ADN de los restos de la víctima con el de familiares de represaliados y desaparecidos. En el caso concreto balear el Govern, a través de la Secretaria Autonòmica de Memòria Democràtica i Bon Govern y en colaboración con el Ajuntament de Manacor, recabaron en 2020 la información genética de decenas de ciudadanos familiares de víctimas de la represión franquista, que supuestamente estarían enterradas en la fosa de Son Coletes.

Los tiempos más recientes no han estado exentos de polémica. La segunda autoridad de Baleares, el presidente del Parlament Gabriel Le Senne, rompió un cartel con su efigie desde la tribuna de la cámara balear, algo que generó decenas de titulares, muchas horas de tertulia política y hasta un proceso judicial. Precisamente, en el marco de ese proceso judicial que investiga a Le Senne por posible delito de odio, hemos conocido el contenido del informe forense sobre los restos de Aurora Picornell y de dos de sus compañeras exhumadas en el cementerio manacorí.

«Tres muertes violentas de carácter homicida» dice el texto especializado que certifica las ejecuciones y las palizas previas de los falangistas a las víctimas franquistas. El documento, incorporado por Memòria de Mallorca a la investigación del ‘caso Le Senne’, pretende ser una prueba en la senda que determina que las mujeres cuyas imágenes rompió el presidente del Parlament fueron asesinadas por un móvil político en el transcurso de la Guerra Civil en Mallorca.

El informe de síntesis de la exhumación de Son Coletes está firmado por la misma arqueóloga y antropóloga responsable del hallazgo de los restos, así como por el forense Fernando Serrulla. Analiza el hallazgo de cinco cuerpos en la misma fosa. Uno de ellos es el de según confirmaron las pruebas de ADN. Los otros cuatro se atribuyen a Belarmina González, de 22 años; Catalina Flaquer Pascual, de 57 y sus hijas Antonia y María Pascual, de 28 y 23 años. Se analizan con detalle los tres cuerpos encontrados completos; los otros dos fueron afectados por una obra en el cementerio en los años 50 del siglo pasado que impidió su correcta recuperación y posterior análisis forense.