Octavi Quintana, Teresa Riera, José Francisco Conrado de Villalonga, Ana Elorza y Jorge Dezcallar, antes de la mesa redonda del Club de Roma.

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«La base de nuestra propuesta es alcanzar una inteligencia colectiva para abordar políticas públicas y responder a retos que cada vez son más complejos». Ana Elorza, coordinadora de Diplomacia Científica en la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, abordó ayer en Palma el papel de los científicos para aportar información y datos para mejorar la toma de decisiones públicas. «Cada vez hay más científicos jóvenes que quieren involucrarse y que su trabajo tenga un impacto».
Elorza intervino en la mesa redonda El valor de la diplomacia científica, organizada por el Capítulo Balear del Club de Roma. Junto a ella también intervinieron el embajador, Jorge Dezcallar y Octavi Quintana, director de FIRMA Foundation. La charla fue moderada por la catedrática Teresa Riera e introducida por el presidente del capítulo, José Francisco Conrado de Villalonga.

Quintana explicó el proyecto que preside, una organización que reúne a 20 países del Mediterráneo para desarrollar proyectos de investigación comunes. Eso, señaló, lleva a abordar problemas conjuntos como la gestión del agua, el cambio climático o la sostenibilidad agrícola. También tiene su dimensión de cara al entendimiento. «Participan juntos equipos de Grecia y Turquía, de Marruecos y Argelia o de Israel con sus vecinos. Mantener la cooperación es muy complicado.

Recordó que el Mediterráneo es una de las «regiones más desiguales del mundo». «Pretender frenar la migración es un absurdo, es poner puertas al campo. Si los países del Sur fueran un poco más ricos, el flujo sería mucho mayor». Insistió en que la colaboración científica aporta en dos direcciones y se centró en el cambio climático. «Europa tiene que entender que se está preparando con programas así». La otra pata importante de esa colaboración es que los datos y las investigaciones lleguen a los encargados de las tomas de decisiones políticas. En esa línea, Elorza explicó la experiencia de la puesta en marcha de una oficina científica en el Congreso de los Diputados.

«Se trata de que la legislación esté mejor informada. La decisión no es del científico, porque en políticas públicas hay que incorporar otras visiones, pero es en esos espacios híbridos en los que se genera ese conocimiento colectivo».

Dezcallar también entró en esa idea de que problemas complejos necesitan soluciones complejas. «El mundo está mal diseñado en este momento para afrontar determinados retos. Los países responden con soluciones locales a problemas globales y eso no basta». Al ejemplo del cambio climático sumó el de las armas nucleares. «La única forma de afrontarlo es con científicos».