María Elena Collado posa ante su piso, que no puede recuperar y del que le deben más de 15.000 euros de renta. | R.D.

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«Una inquiokupa nos ha destrozado la jubilación: nos debe más de 15.000 euros». Este es el duro testimonio de María Elena Collado y José María Pérez, propietarios de un piso en El Toro (Calvià), que llevan sin cobrar el alquiler más de un año y, lo que es peor, no tienen esperanzas en volverlo a percibir. «Nos han robado nuestro piso», denuncian.

Este matrimonio de jubilados, tienen 70 y 77 años respectivamente, explican que han trabajado mucho a lo largo de su vida. En este sentido, argumentan que al ser autónomos sabían que iban a tener una pensión baja, por lo que decidieron comprar un piso para alquilarlo y percibir un extra económico que les permitiese viajar y llevar una vida más desahogada.

Hace dos años lo arrendaron a una mujer inglesa con dos hijos. Durante el primer año, vivía con un hombre irlandés e hicieron frente al pago del alquiler: 900 euros mensuales por un piso de tres habitaciones, dos baños, cocina y salón amplio en primera línea de mar. Sin embargo, hace más de un año la inquilina dejó de pagarles. «Nos debe 15.000 euros y, encima, tenemos que pagarle el agua, la basura, la comunidad, el IBI...», lamenta María Elena.

Cuando comenzaron los impagos, recurrieron a un abogado y aseguran que los servicios jurídicos del Ajuntament de Calvià les han comunicado que no pueden echarlos porque se trata una familia vulnerable. «Nos han robado nuestro piso», insiste José María. Ambos están desesperados. «Hemos trabajado toda la vida muy duro para poder disfrutar de la jubilación, pero como no podemos cobrar el alquiler y tenemos que pagar los gastos que genera el piso no podemos viajar ni disfrutar de nuestro retiro. Es muy injusto ¿quiénes son los vulnerables?», se pregunta esta pareja. «Nosotros hasta tenemos que pagar un abogado, ella lo tiene gratis porque es de oficio», reprocha.

José María destaca que su mujer lo está pasando muy mal, e incluso, ha tenido que pedir ayuda a un psicólogo. «Lo más duro es que la inquiokupa se ríe de nosotros. Nosotros no podemos acercarnos a ella, nuestro abogado nos ha dicho que no se nos ocurra o tendremos problemas legales», expone.

El desánimo cunde en esta pareja, ya que resalta que su abogado les dicen que no recuperarán su piso. Aquel que compraron con mucho esfuerzo, pero con la ilusión de vivir más desahogados en la jubilación. Sin embargo, ahora tienen que vivir de sus pensiones, sin los 900 euros mensuales que habían previsto y, encima, tienen que asumir los gastos que genera el inmueble. «¿Quiénes son los vulnerables», concluyen.