Un mallorquín en la 'zona cero' de Beirut: «La situación cada vez es más difícil»
Gerard Moyà trabaja como oficial de compras, adquisición y logística con ACNUR, una labor «muy complicada por la falta de seguridad» ante los ataques israelíes
Gerard Moyà, en el aeropuerto de Beirut con la misión de ACNUR en el Líbano. | R.D.
Beirut se ha convertido en la 'zona cero' de uno de los grandes focos de conflicto bélico en Oriente Próximo. La capital del Líbano es foco de os bombardeos israelíes por aire, mientras el conflicto se extiende por tierra y amenaza todavía más la seguridad de la zona, donde además de la crisis bélica se agudiza la humanitaria, con miles de desplazados y víctimas inocentes que vuelven a ser las grandes perjudicadas por las acciones militares.
En el epicentro de esta dura realidad se encuentra un mallorquín al que el estallido de los ataques le cogió trabajando ya en el Líbano. Gerard Moyà, conocido en la Isla y por sus más allegados como 'Jaíto', es un gran aficionado al deporte y a la montaña. Recientemente estuvo en Pakistán y tiempo atrás holló la cima del Qurnat as Sawda (traducido del árabe 'rincón negro'), con 3.088 metros de altitud que le permiten ser el más alto de la zona, comprendiendo Israel, Palestina, Jordania, Egipto, Siria o Líbano. El techo de Oriente Próximo.
Pero el presente pinta un panorama intenso y complicado para este isleño, con un largo historial de colaboración en misiones humanitarias y en la actualidad desempeñando funciones de oficial de compras, adquisición y logística para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR o UNHCR en sus siglas en inglés). Anteriormente trabajó para UNICEF o la Organización Mundial de la Salud (OMS) en destinos como Croacia, Tanzania, Burundi, Ecuador, Mosul (Irak), Guinea Bissau o Siria.
Moyà colabora a la hora de prestar atención médica y legal a los civiles afectados por la ofensiva israelí sobre el Líbano, «una situación que desde finales de septiembre se ha agravado especialmente», avisa el cooperante y técnico de ACNUR desde Beirut, capital del país ahora mismo inmerso en una lucha sin cuartel ante los ataques indiscriminados de Israel, derivados de la ofensiva en Gaza activa desde hace más de un año.
«Calculamos que hay más de un millón y medio de desplazados, gente desesperada que huye de las bombas», explica desde Beirut Gerard Moyà, quien relata los problemas que tienen «para encontrar medicinas, comida o seguir una vida digna y tener escuelas abiertas». refiriendo un dato llamativo: «Muchos sirios habían huido de su país al Líbano y ahora regresan allí sin tener recursos ni saber lo que se encontrarán», apunta.
El aeropuerto y el puerto de Beirut y el de Trípoli son los principales centros receptores de la ayuda humanitaria que gestiona ACNUR. «La situación cada vez es más difícil de gestionar. Los ataques se extienden por todo el país y todo es muy complicado por la falta de seguridad y los ataques constantes. Bombardean infraestructuras públicas, es constante», explica el mallorquín Gerard Moyà.
La entrada en el país y adquisición de medicinas, ambulancias, camiones de limpieza, mantas, colchones, kits de cocina, lámparas solares y demás productos y elementos indispensables para la población centra parte de la actividad del isleño, quien recuerda claramente que «este trabajo es necesario en un momento de crisis» y, pese a la dureza del momento y el escenario, asegura que «personalmente, es algo que enriquece y llena porque me ha permitido conocer lugares y a gente increíbles. Además, ayudar a personas vulnerables es algo que, como dije antes, te llena como persona, más en una sociedad tan desigual e individualista como la nuestra», apostilla Gerard.
Mientras el ruido y la amenaza de las bombas sigue presente en Beirut y el resto del Líbano, Gerard Moyà tiene un deseo muy claro: «Espero que las negociaciones de paz lleguen a buen puerto y que se acabe esta guerra, porque como todas, son duras y crueles con la población civil», aunque mientras le toque estar en primera línea, este mallorquín no va a desfallecer en su cometido: «Nada me satisface más que ayudar a los demás», concluye.
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