El abogado Carlos Gelabert (derecha) con su letrado, Miguel Arbona, que también representa a Carlos Delgado en el juicio.

TW
1

El socio de despacho de Carlos Delgado, el abogado Carlos Gelabert, le envió un mensaje a su pareja: «Nos ofrecen 700.000 por Calanova, ¿qué te parece?». Ahora, en el juicio en el que está acusado de beneficiarse de esa cantidad por un concurso amañado, niega que esa fuera la cantidad que recibió por sus acciones: «Era la pretensión que teníamos, el mensaje fue una fantasmada mía».

Noticias relacionadas

Gelabert indica que pactó que él y su socio recibieran 210.000 euros cada uno después de haber hecho una inversión de 10.000 en junio de ese año y que fue un pago por las acciones, no una retribución por amañar el concurso gracias a su influencia sobre el conseller, Carlos Delgado. El abogado, que ahora comparte despacho profesional con el expolítico, se enfrentó a varios mensajes aportados durante la instrucción por su expareja con datos sobre su relación con Delgado, al que siempre se refiere por su apelativo familiar, ‘Caco’. «Era una relación únicamente profesional», insistió, refiriéndose al momento del concurso, cuando representaba al conseller en un pleito de divorcio. Quitó peso incluso a mensajes en torno al embarazo de la siguiente mujer de Delgado en los que se denota que lo supieron antes de que este hecho fuera público. «Algo de relación ha habido, pero de amistad o de ir a navegar juntos, no», dijo Gelabert.

El otro abogado acusado, socio de despacho entonces de Gelabert y que participaba en la misma proporción que él en la empresa que ganó la privatización de Calanova, también fijó en 210.000 euros la cantidad. Explicó que él no participó en la tramitación y que entró en la mercantil porque lo hicieron como despacho. Sin embargo, cuando ganaron el concurso relata que comenzó a interesarse por el proyecto y que se topó con una reacción inesperada de su socio principal, el empresario también acusado, Felipe Elvira. «Nuestra salida de la empresa fue rocambolesca», afirmó. Tras varias situaciones de tensión, consiguieron negociar con Elvira, según su relato, el pago de 210.000 euros y salir. «No teníamos capacidad para hacer frente a las necesidades económicas del puerto y me asustaba el riesgo».

El socio que menos cobró por sus acciones

Otro de los socios de Calanova símplemente entregó sus acciones a Felipe Elvira, al que debía dinero. «Claro que valían mucho más», admitió. Defendió que el canon que ofrecieron, superior al resto de licitadores, respondía a sus previsiones para los 29 años de concesión. Atribuye al incluir amarres de 25 metros una «repercusión mínima».