Bustince es un experto en Inteligencia Artificial reconocido internacionalmente. | LARRI

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Humberto Bustince, catedrático de Inteligencia Artificial y Ciencias de la Computación en la Universidad Pública de Navarra, ofrecerá el próximo martes en la la Conselleria d’Empresa la conferencia Los 6 retos de la Inteligencia Artificial actual: de la ética a la sostenibilidad. A la conferencia, organizada por la Agència de Desenvolupament Regional de Balears y Eticentre, le seguirá un coloquio con el propio Bustince, su homólogo de la UIB, Manuel González, y el socio de Go Consulting Jorge Serrano.

¿Cuáles son esos seis retos de la Inteligencia Artificial -IA- que titulan su conferencia?
Son seis cuestiones a abordar: la IA no no es capaz de explicar por qué toma una decisión, no hay un componente teórico de su funcionamiento, supone un gasto ecológico y energético, hay que empezar de cero si se detectan problemas, la pérdida de privacidad y los sesgos y los problemas éticos y morales.

Preocupa que tras la IA se encuentren empresas privadas.
La legislación va muy por detrás de las empresas privadas que entrenan los logaritmos y lo hacen según sus intereses, además con la explotación salarial más brutal desde la esclavitud, a través de subcontratas y sueldos que no llegan a los mínimos. Sólo Europa se preocupa de una legislación al respecto, pero los sistemas vienen de fuera: China y Estados Unidos. Llegamos tarde. La posible solución real es una educación, a todos los niveles, sobre las condiciones morales de los usos de los algoritmos.

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¿Se está acercando la IA al cerebro humano?
El cerebro humano tiene cerca de 90.000 millones de neuronas, mientras que el Chat GPT ya utiliza 175.000 millones de conexiones. En Estados Unidos se está trabajando en un Chat GPT con un billón de conexiones. Sin embargo, a la IA le faltan el sentido común y la iniciativa. Puede ser una herramienta de gran ayuda para la administración, la ciencia, la medicina o para predecir los efectos de una DANA, pero la IA la hacemos los humanos y somos nosotros quienes tenemos que poner los límites.

El consumo energético de la IA es también preocupante.
Construir una imagen con IA supone un consumo energético equivalente al de una familia media de Estados Unidos en un día, pero no hace falta irse a la IA. Enviar una imagen por whatsapp equivale al consumo de cuatro bombillas en un día. Whatsapp debería informar a los usuarios de estos consumos. Google quiso crear un centro de datos en Chile. Sólo la refrigeración de ese centro suponía un consumo de 7,5 millones de litros de agua al día. Chile dijo que no. Todos estos datos no son sostenibles y la gente no lo sabe. Hay que legislar en la sostenibilidad de la IA del mismo modo que hay que hacerlo en su ética. Al mismo tiempo, hay que invertir en investigación básica para necesitar menos datos.

Y luego está otra cuestión inquietante: la pérdida de privacidad.
Las cámaras para tomar bases de datos faciales de manera masiva y los algoritmos que evalúan los comportamientos son una auténtica dictadura. En China, hubo el caso de un joven que no pudo entrar en la universidad por saltarse semáforos en rojo con su bicicleta.