Julio Anguita se despidió ayer como secretario general del PCE con
lágrimas en los ojos, emocionado ante la ovación que le brindaron
durante más de tres minutos los setecientos delegados que
asistieron al XV Congreso del partido que ayer celebró en Madrid su
primera jornada.
«Si me permitís esta licencia "les dijo", ha sido un honor ser
vuestro secretario general». Tan sobria despedida fue respondida
por los aplausos de los delegados que, puestos en pie, le dedicaron
una ovación que, pese a los intentos de un Anguita emocionado para
que fuera breve, se prolongó durante más de tres minutos y acabó
con gritos de «Bravo, bravo».
Con la exposición de su informe, Anguita puso fin a casi once
años al frente del comunismo español. A partir de este congreso,
una vez que le sustituya Francisco Frutos al frente del partido,
Anguita se centrará en su puesto de coordinador general de IU,
donde tiene mandato hasta diciembre del año 2000, cargo en el que
según él mismo explicó, no piensa «eternizarse». Poco antes de
inaugurar el evento, Anguita contrapuso la tranquilidad con la que
se está produciendo el relevo en su partido a los problemas que
surgieron en el PSOE cuando Felipe González abandonó la secretaría
general. Sin citar nombres ni siglas, aseguró que el PCE está dando
una «lección de cambios sin traumas y sin dar el espectáculo».
Comentó que en política hay que saber llegar y saber irse. De su
sucesor, Francisco Frutos, destacó que es «un comunista que tiene
muy clara la política del partido y la importancia de la propuesta
de IU».
En cualquier caso, indicó que este decimoquinto congreso del PCE
pasará a la historia por su «normalidad» y quiso dejar claro que el
cambio de personas no supondrá modificar las políticas. «La
continuidad es la línea», resaltó.
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