El acercamiento de presos de ETA a cárceles del País Vasco, el fin
de las amenazas a los cargos públicos y la consecución de la paz.
Estos son los retos del nuevo Gobierno de Vitoria, según explicó
ayer el lehendakari, Juan José Ibarretxe, que auguró una «difícil»
relación con los partidos que no compartan estas aspiraciones
durante el acto de toma de posesión de los consejeros de su
Gabinete.
Ibarretxe se refirió concretamente al «cumplimiento» de la Ley
penitenciaria, que defiende, como regla general, que los reclusos
cumplan condena en prisiones cercanas a los domicilios de sus
familiares y negó que esta reivindicación responda a un criterio de
«conveniencia política». Además, dejó claro que el Ejecutivo vasco
será «extraordinariamente exigente» en su petición de que se cumpla
la legalidad vigente.
«No se construye nada alterando la convivencia con atentados de
baja o alta intensidad ni amenazando a militantes del PP»,
sentenció, para apuntar a reglón seguido que la actitud de su
Gabinete durante esta legislatura será igual de firme con esta
cuestión que con la de la dispersión de reclusos.
«El Gobierno vasco condenará con la misma fuerza unas y otras
cosas porque no nos sirve sólo convivir en paz, sino que debemos
conseguir que la convivencia sea el elemento central», afirmó.
Resaltó, además, que el Ejecutivo autonómico «tendrá una difícil
relación con los partidos que no tengan estas cosas claras». Estas
palabras podrían interpretarse como un toque de atención tanto a HB
y a EH, la nueva marca electoral de los batasunos, como a los
populares vascos, aunque Ibarretxe no citó expresamente a ninguna
de las dos formaciones.
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