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La cesión de las instalaciones del Gobierno vasco a la autodenominada Asamblea Kurda en el exilio volvió a provocar ayer un cruce de acusaciones entre el Ejecutivo y la oposición en la sesión de control al Gobierno. El diputado de IU, Felipe Alcaraz, acusó al presidente, José María Aznar, de «satanizar» a dicha asamblea al decir que la mayoría de sus miembros, pertenecientes al Partido de los Trabajadores del Turkistán (PKK), amparan actos terroristas y Aznar, por su parte, lanzó un doble mensaje tanto al PKK como a EH, recordando que el Ejecutivo exige «una condena sin paliativos a los actos y acciones terroristas, aquí y allí».

Alcaraz preguntó al presidente qué medidas piensa tomar para colaborar en la salvaguarda de los derechos humanos, entre ellos el de la vida del pueblo kurdo y sus dirigentes. En su respuesta, Aznar reveló que momentos antes había telefoneado al primer ministro de Turquía, Bulent Ecevit, para pedir un juicio justo y con todas las garantías para el líder del PKK, Abdalá Ocalan.

Alcaraz, que acusó al Gobierno de «satanizar» al Parlamento Kurdo en el Exilio «por razones histéricas» y tachó de «extrema y cateta» la actitud del Gobierno en esta cuestión, recordó a Aznar algunas de las declaraciones de miembros del PP calificando de «terroristas» a los palestinos.