El hijo menor del teniente coronel Pedro Antonio Blanco García,
asesinado ayer por ETA, dijo al oír por televisión el nombre de su
padre: ¡Mamá, es papá!. Así lo relató un tío del militar asesinado
tras abandonar el domicilio donde se encuentran la viuda y los dos
hijos del militar.
El tío del fallecido indicó que la familia está destrozada y la
viuda «absolutamente rota», y explicó que no les consta que el
teniente coronel estuviera amenazado.
Una mezcla de indignación y resignación era ayer el sentimiento
más generalizado entre los vecinos del barrio en el que un
coche-bomba de ETA causó la muerte del teniente coronel Pedro
Antonio Blanco García, en una zona desgraciadamente acostumbrada a
los atentados de la banda, según el testimonio de varios de
ellos.
Esta es la octava vez que la organización terrorista atenta en
la zona de la ribera del Manzanares, una de las más castigadas de
la capital por la violencia de ETA.
Los residentes de esta zona que se acercaron poco tiempo
después, cuando el cádaver había sido retirado, era en su mayoría,
gente mayor, militares retirados, esposas de miembros de las
Fuerzas Armadas en activo que, alarmadas, acudieron a comprobar si
el herido era algún conocido. Una de ellas, al saber el nombre del
fallecido, descubrió que era un amigo.
Junto al asesinato, uno de los sucesos que levantó más
indignación y algún ataque de nervios fue la cercanía de una
guardería al lugar donde estalló el coche bomba, así como un
colegio donde ardió el segundo de los vehículos utilizados en el
atentado.
Nuria, una mujer de 51 años esposa de un militar y vecina del
lugar de la explosión, expresaba así ese temor que desde el 28 de
noviembre volvió a las casas del barrio: «desde que acabó la tregua
siempre miraba en los coches con precaución».
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