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La oferta lanzada por Joaquín Almunia a IU fue criticada por Gobierno, PP, CiU e incluso por la mayoría de los parlamentarios de la coalición que encabeza Francisco Frutos, quienes han considerado que supone una «rendición incondicional» de IU en las 34 circunscripciones en las que nunca consiguió representación parlamentaria.

El portavoz del Gobierno, Josep Piqué, tildó de «ceremonia de la confusión» la iniciativa y añadió que este gesto manifiesta que el PSOE es «consciente de que no va a ganar las elecciones, y necesita sumar el máximo de votos».

Piqué se mostró convencido de que «los votantes van a castigar» un posible pacto entre ambas fuerzas, y consideró que los electores de IU «no entenderían un pacto que simultáneamente pasase por un acuerdo de gobierno con CiU y PNV».

Asimismo, el portavoz del PP, Rafael Hernando, consideró que la oferta es una «OPA hostil» que tan sólo busca la «desaparición» de IU. Además, destacó que lejos de perjudicar a los populares, la propuesta les augura «más éxito».

Desde IU, el portavoz del grupo parlamentario, Felipe Alcaraz, aseguró que «no ve posible» la oferta de los socialistas, que considera similar a la que ya hicieron e los anteriores comicios autonómicos y municipales cuando emplazaron a IU a que no se presentara en 18 provincias. Por su parte, José Navas reconoció que los 10 puntos son un aspecto positivo, pero eso no le impidió tachar la oferta de «indigna» por esconder el discurso del voto útil. Más duro fue Willy Meyer, quien estimó que el PSOE no busca con esta oferta parar al PP, sino que IU desaparezca.