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El nuevo aumento de la inflación en junio, que la sitúa catorce décimas por encima de la previsión del Gobierno para el 2000 (2 por ciento), se debió, principalmente, a los carburantes y combustibles que se encarecieron un 2'3 por ciento en junio, un 11'7 por ciento en lo que va de año, y de los productos energéticos (1'8 por ciento). En junio sólo descendieron los precios de los alimentos -elaborados y no elaborados- (0'1 por ciento) mientras que los principales incrementos los protagonizaron el transporte (0'8 por ciento), «otros» -incluye turismo- (0'7 por ciento), vivienda (0'5 por ciento), menaje (0'3 por ciento) y vestido y medicina (0'1 por ciento) y los de cultura permanecieron estables.

Dentro de estos grupos los elementos que más incidieron en el aumento de la inflación de junio fueron las gasolinas, los servicios turísticos y la distribución de agua y gasóleo con aumentos del 0'9 por ciento, así como los gastos de conservación y comunitarios de la vivienda en propiedad (0'3 por ciento). Por primera vez en lo que va de año el Gobierno, por boca de su secretario de Estado de Economía, José Folgado, consideró «difícil», por no decir imposible, alcanzar el objetivo del 2 por ciento para el conjunto del año, al tiempo que partidos políticos, analistas macroeconómicos y sindicatos instaron al Ejecutivo a que lo revisase tras considerarlo «inalcanzable».

Así, Folgado, dijo que a la vista de la evolución de los precios es «difícil lograr la previsión de inflación del 2 por ciento para el conjunto del año» que, dijo, se situará «claramente por debajo del 3 por ciento». Aseguró que, a pesar de que en el primer semestre la inflación acumulada alcanza el 1'8 por ciento, «en los próximos meses habrá una desaceleración». No obstante, dijo que «no es previsible un aumento del diferencial respecto a la media europea, que actualmente se sitúa en 1'3 puntos», al tiempo que el ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio aconsejó «seguir la pauta de la moderación salarial» y «no guiarse por un mal momento circunstancial».