El conductor de la línea 53 de la EMT Jesús Sánchez Martínez murió
ayer en Madrid, como consecuencia de las graves heridas que le
produjo la explosión del último coche bomba que la banda terrorista
ETA puso en la capital el pasado 30 de octubre. Con su muerte, la
organización terrorista ha asesinado a veinte personas desde que
diera por finalizada la tregua el pasado mes de diciembre.
ETA colocó un coche bomba armado con unos veinte kilos de
explosivos en la madrileña avenida de Badajoz, con el objetivo de
acabar con la vida del magistrado del Supremo José Francisco Querol
Lombardero. Su chófer y su escolta también murieron el día 30 de
octubre.
La explosión alcanzó de lleno a un autobús de la línea 53 de la
EMT, que actuó de parapeto, evitando un mayor número de muertos. El
conductor de este vehículo, Jesús Sánchez Martínez, resultó herido
de gravedad, por lo que fue trasladado al hospital Ramón y Cajal,
en el que ha permanecido hasta su muerte en el día de ayer. Tras el
atentado, los médicos le diagnosticaron un traumatismo
craneoencefálico con pérdida de masa encefálica que finalmente no
ha podido superar. El equipo médico certificó su muerte a las 13.45
horas de ayer.
Desde el momento de la explosión se temió por la vida del
conductor, de 35 años, pero sobre todo desde que se conoció el
parte médico del martes, en el que ya se advertía de un
empeoramiento del paciente dentro de la gravedad. Antes de su
fallecimiento, Sánchez Martínez fue sometido a tres intervenciones
quirúrgicas.
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