José María Fidalgo y Cándido Méndez comparecieron ayer en rueda de prensa.

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Ambos órganos respaldaban así las propuestas de sus respectivos secretarios generales, José María Fidalgo y Cándido Méndez, dos días después de que fracasara el último intento de los sindicatos y Trabajo de evitar esta medida. Fidalgo y Méndez destacaron la unanimidad de sus máximos órganos de decisión en la convocatoria de huelga y acusaron al Gobierno de romper el diálogo social. En rueda de prensa conjunta, Méndez aseguró que el objetivo de la protesta es que el Gobierno retire el proyecto y discuta después sobre cómo mejorar esas prestaciones, la cobertura, la eficacia de los servicios públicos de empleo y su coordinación con las comunidades autónomas.

Méndez criticó el modelo económico del Ejecutivo «de estabilidad presupuestaria y déficit cero», que consigue «a costa de los parados y de congelar el sueldo a los funcionarios», que tiene como prioridad la rebaja de los impuestos, en vez de mejorar aspectos como la sanidad o la enseñanza, y que es «hostil» con los inmigrantes a los que acusa de delincuencia. Fidalgo dijo que la huelga está provocada por «la pretensión del Gobierno de promover unas modificaciones legislativas que, so pretexto de racionalizar el sistema de protección al desempleo, producirán graves restricciones de derechos sociales y el abaratamiento del despido».

Criticó además que el Gobierno haya desviado el debate con acusaciones como «la poca voluntad negociadora de los sindicatos o la inconveniencia de una movilización general» contra la reforma, así como su «actitud arrogante» cuando afirma que no recorta derechos o que se llevará a cabo «con o sin acuerdo». Insistió en que la reforma del desempleo «facilita el despido y retoma el camino de la temporalidad», además de reducir los niveles de cobertura de muchos colectivos y expropiar el carácter subjetivo de derecho de estas ayudas para convertirlas en una «prestación gracial».

Ambos dirigentes sindicales también contestaron a las afirmaciones hechas el miércoles por Aznar en las que dijo que convocar una huelga el 20-J «es, además de un perfecto despropósito, hacer daño conscientemente a la imagen y al interés de España». Así, Méndez consideró que «el patriotismo es el argumento que defienden quienes no tienen otros argumentos» y manifestó que siente «vergüenza ajena por las declaraciones de Aznar» a quien acusó de padecer «ceguera mental fruto de su arrogancia» y de creer que España es «la indumentaria política» que le sirve para jugar un papel de prestigio en la UE.

Fidalgo achacó los «insultos» de Aznar a los parados a «su nerviosismo» y consideró que esas descalificaciones son «impropias» de un presidente de Gobierno, pero típicas de «estos títeres y del estilo de la 'España cañí' propia de Cánovas». Respecto a los servicios mínimos del día de la huelga, Méndez dijo que ambos sindicatos emplazarán a las Administraciones para abrir una negociación para que el derecho a esos mínimos sea compatible con el de la huelga. La huelga del 20-J supondrá el primer paro general a que se enfrenta un Gobierno del PP y el quinto desde la llegada de la democracia. Para un día antes, los sindicatos vascos ELA y LAB han convocado también huelga general en Euskadi y Navarra y por el mismo motivo.