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EUROPA PRESS - LONDRES/EIVISSA La situación en Perejil está siendo de gran interés para la prensa británica, que compara la situación en este islote con Gibraltar. Tras el interés despertado, un periodista del diario británico 'The Guardian' se decidió ayer ir más allá y puso en marcha una operación «en respuesta a la hipocresía española» para proclamar la soberanía británica de una pequeña isla cercana a la costa ibicenca. El periodista, Stephen Moss, se pregunta que «cómo puede ir (España) pidiendo Gibraltar cuando se niega incluso a discutir el estatus de Ceuta y Melilla, sus enclaves en Marruecos». Según este periodista «hay que darle a España un poco de su propia medicina».

A pesar de que planeó la 'invasión' vestido como Walter Raleigh, portando una bandera de la unión, su equipaje se perdió entre el vuelo de Barcelona e Ibiza, lo que no le impidió llegar hasta una pequeña isla deshabitada cerca de la playa ibicenca de En Bossa, llamada Isla de las Ratas, a bordo de una barca de pedales. Sin equipaje, pero con un megáfono, Moss, acompañado por un fotógrafo, el reportero estaba dispuesto a proclamar la soberanía británica sobre la isla a la que, tras una larga deliberación, bautizó con el nombre de Stilton, en honor del queso británico de dicho nombre, del que además habían llevado uno consigo. El equipo llegó a la isla a las 9:58 de la noche, «cuando el que no hay nadie, ni siquiera una rata».

Una vez instalados, el periodista llamó al Foreign Office en Londres para «informarles de las nueva noticia» de que el Reino Unido tenía un nuevo enclave, algo que pareció no impresionar al responsable de prensa de este ministerio, que se negó a comentar nada. Horas más tarde un portavoz finalmente dijo al periodista: «lo siento pero llega usted con cien años de retraso». «Ahora estamos más interesados en compartir rocas que en tenerlas, está pasado de moda», indicó dicho portavoz, según el rotativo.

El periodista, que lo que pretendía es que le indicaran si el Reino Unido estaría dispuesto a compartir la isla con las autoridades españoles si estas daban su visto bueno, se dirigió entonces al Ministerio de Defensa, quien a través de un oficial le señaló que «si quiere declarar la isla británica, eso es cosa suya». También contactó, sin éxito, con la Oficina de Información Diplomatica de España, «donde nadie habla inglés», así como con la Guardia Civil. Ahora «tenemos un nuevo territorio en el Mediterráneo, junto con Gibraltar, y España tiene un nuevo dolor de cabeza diplomático. Su jugada, amigos», concluye Moss, añadiendo que «con toda probabilidad el ministro de Asuntos Europeos, Peter Hain, estará dispuesto a discutir hoy mismo sobre la soberanía compartida del islote».