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EVA CANTÓN-EUROPA PRESS La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, acudió ayer por la tarde directamente al Palacio de La Moncloa para informar al presidente Aznar de los contenidos de la reunión que mantuvo ayer con su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa. El encuentro entre los titulares de Exteriores de España y Marruecos se produjo en un «ambiente suficientemente cordial, pese a un inicio plagado de nerviosismo, tensión y frialdad».

Al parecer, la jefa de la diplomacia española se vio «obligada» a «reconducir varias veces el temario» del encuentro, dado que Benaissa intentaba poner sobre la mesa «otras cuestiones» diferentes a la del status de Perejil y «reconducir a otros términos» la agenda prevista. Ante la reiterada negativa de la ministra a discutir, en este encuentro, asuntos no vinculados a la crisis del islote, el ministro marroquí tuvo que levantarse de su silla «más de una vez» para «hacer consultas» sobre el devenir del encuentro y la posición que debía mantener.

De hecho, las fuentes consultadas subrayaron que, llegada el momento previsto para el almuerzo de sendas delegaciones, Benaissa invitó a Palacio a interrumpir la entrevista para comer, a lo que la ella se negó, argumentando que, «primero», había que «terminar la reunión». La ministra pretendía afrontar la comida con su homólogo con «la discusión terminada» y con «la puesta a punto de los términos del comunicado conjunto». Palacio fue recibida en Rabat con una evidente frialdad por parte de las autoridades marroquíes y en medio un caos organizativo. A su llegada al pequeño aeropuerto de Rabat, Palacio fue recibida por el jefe de Protocolo del Ministerio de Exteriores marroquí y no por Benaissa, cuando la cortesía protocolaria sugiere en estos casos que sea su colega quien esté presente en el momento de la llegada. El argumento que se ofreció por parte española para excusar el gesto de Benaissa fue que Palacio no se trasladaría directamente al Ministerio de Exteriores "sede de la reunión" sino a la Cancillería española y que, por tanto, no estaría bien visto que el ministro marroquí la acompañara hasta la embajada.

Benaissa tampoco salió a recibir a Palacio a su llegada al Ministerio de Asuntos Exteriores. Este síntoma de desinterés se hizo también evidente cuando Palacio, acompañada de la delegación española, entró en la sala donde se celebraría la reunión y se encontró a Benaissa ya sentado en la mesa, al igual que el resto de su equipo. Así, sin tan siquiera un apretón de manos, comenzó la sesión de trabajo. Ana Palacio abandonó el edificio, esta vez acompañada de Benaissa. Así pues, la pretendida «escenificación» del acuerdo alcanzado el pasado sábado para poner fin al contencioso de Perejil, no fue tal. Palacio y Benaissa no posaron juntos ante las cámaras.