La Audiencia de Barcelona decretó ayer prisión para Javier de la
Rosa para que cumpla la condena de un año y 8 meses que se le
impuso por intentar estafar 50.000 millones de pesetas al grupo
KIO, por ser un delincuente con causas pendientes y para dar
ejemplo a la sociedad. El financiero, que estaba citado en la
Audiencia a las dos de la tarde aunque acudió hacia las 10 de la
mañana para evitar a la prensa, dispone de tres días para ingresar
en prisión de forma voluntaria ya que, en caso contrario, los
jueces enviarán a la policía a detenerlo.
Fuentes judiciales han dicho que de la Rosa se ha comprometido
ante la Sala a ingresar voluntariamente el viernes, último día de
plazo, en la prisión de Brians, en la que ya estuvo ingresado en
régimen preventivo por la descapitalización de Grand Tibidabo. Ésta
es la primera condena firme por la vía penal que recibe de la Rosa,
empresario que fue calificado como «modelo» desde sectores
políticos y financieros a principios de los noventa.
En los últimos meses, el financiero se ha enfrentado en la
Audiencia Nacional al juicio por la operación Wardbase, una de las
piezas separadas del caso Torras, y por la que el fiscal ha pedido
para el empresario 10 años de cárcel. De la Rosa, que tiene otros
frentes judiciales abiertos como el caso Grand Tibidabo, en el que
el fiscal pide más de 13 años de cárcel, fue condenado ya por la
vía civil en junio de 1999 cuando la Corte Comercial de Londres le
impuso el pago de una indemnización de 96.000 millones de pesetas,
tras una reclamación del grupo KIO que le acusaba de descapitalizar
al holding kuwaití.
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