«Vienen de todas partes y no paran de llegar», señaló una
mariscadora de la localidad, que, como otras tantas, ha abierto las
puertas de su casa a esta oleada de jóvenes solidarios, a los que,
apuntó, «no sabemos cómo agradecer tanto esfuerzo y que hayan
renunciado a este puente, con lo que tienen que estudiar
habitualmente».
No hay nuevas manchas en el litoral gallego, brilla el sol y las
olas se han tranquilizado con un cambio meteorológico que parece
llegado desde el cielo porque, como afirman estas mujeres, «lo
único que cabe en situaciones así, es rezar», aunque, no se olvidan
de que «a Dios rezando y con el mazo dando».
Y esto es lo que están haciendo los jóvenes que han llegado a
Muxía desde Cádiz, Murcia, Castellón, Cataluña o Mallorca, que no
precisamente con el mazo, pero sí con rastrillos y capazos,
estuvieron recogiendo desde primera hora de la mañana de ayer un
fuel que parece brotar de las mismas rocas, especialmente en el
lugar conocido como A Pedriña, donde las tareas de limpieza
conllevan una mayor dificultad.
Pese al extenuante esfuerzo que exige el bajar hasta el borde
del agua, en un intento de atajar la subida de la marea, llenar de
fuel los capazos y cargar con ellos hasta los contenedores más
cercanos, los jóvenes parecen disfrutar porque el medio ambiente lo
merece todo. Sólo el hecho de vestirse con el atuendo adecuado -los
trajes protectores, guantes, gafas y mascarillas- para defenderse
de la toxicidad del fuel, representa para los voluntarios un
momento de diversión y carcajadas porque, entre bromas, aseguran
que parecen astronautas.
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