La Constitución, un ejemplar facsímil del firmado en 1978, estaba
abierto ayer por el artículo 100, que se refiere al nombramiento y
separación de sus cargos de los ministros por el Rey, a propuesta
del presidente del Gobierno. A la izquierda de la mesa se situaron
los Reyes y, junto a ellos se encontraba un visiblemente satisfecho
Rodríguez Zapatero, y a continuación los testigos de la ceremonia,
los presidentes del Congreso, Manuel Marín, y del Senado, Javier
Rojo, y los presidentes del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez
de Parga, y del Supremo, José Francisco Hernando.
Aunque sólo el nuevo ministro de Economía, Pedro Solbes tiene
experiencia como ministro de un Gobierno anterior, todos cumplieron
con el trámite de la promesa sin dejarse intimidar demasiado por la
solemnidad de la ocasión, ni por los numerosos y cercanos flashes.
Como es habitual en este acto, los nuevos miembros del Ejecutivo
efectuaron su promesa ante un ejemplar de la Constitución, una
Biblia, y un crucifijo situado entre ambos libros, todos ellos
colocados sobre una pequeña mesa situada en un extremo de la
sala.
Tras los Reyes, se encontraban los principales responsables de
la Casa del Rey, encabezados por Alberto Aza. El acto se inició con
la lectura de los decretos de nombramiento firmados el sábado por
Don Juan Carlos, y publicados ayer en una edición extraordinaria
del BOE.
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