El presidente de la comisión del 11-M, Paulino Rivero (centro), junto a Martínez Sanjuán (izquierda) y Gil Lázaro.

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La policía apostó por la autoría de la organización terrorista ETA mientras pensó que el explosivo de los atentados del 11-M era Titadyne, aunque la localización esa misma tarde de la furgoneta de Alcalá de Henares abrió una nueva vía de investigación orientada hacia el islamismo, que se vio confirmada la mañana del sábado 13.

En ese momento se abrió una segunda vía de investigación, orientada hacia el terrorismo islamista, que se vio confirmada en torno a las 12.00 horas de la mañana del sábado 13, cuando la Policía supo que las tarjetas de los móviles vendidas a un locutorio de Lavapiés estaba regentado por tres árabes. Pero ya en la tarde del día anterior, antes incluso de la manifestación en repulsa por el 11-M convocada en Madrid a las 19.00 horas, De la Morena había comunicado al entonces ministro del Interior del PP, Àngel Acebes, que había indicios que «no encajaban» con la organización terrorista ETA y que «la vía integrista hay que empezar a contemplarla con bastante seriedad».

Así lo pusieron de manifiesto ayer los responsables policiales que comparecieron ante la comisión parlamentaria que investiga el 11-M. En la segunda sesión de la comisión intervinieron el comisario jefe de los TEDAX, Juan Jesús Sánchez Manzano; el jefe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía, Mariano Rayón; el jefe de la Unidad Central Especial (UCE-2) de la Guardia Civil, Faustino Alvarez; y el ex comisario general de Información de la Policía, Jesús de la Morena.

A partir de la información «errónea», como la calificaron algunos comparecientes, se siguió la pista etarra, si bien De la Morena aclaró que «la exclusividad de la teoría de ETA dura muy pocas horas», exactamente hasta que se inspeccionó la furgoneta localizada en Alcalá de Henares, en la que se hallaron restos de un cartucho, detonadores y una casete con versos coránicos.