El Rey pidió ayer «unidad y solidaridad» para acabar con los
«abominables propósitos» del terrorismo, dijo que España tiene
contraída «una deuda permanente» con todas las víctimas y apeló a
esa unidad y esa solidaridad «para perseguir y castigar a sus
culpables y terminar con sus redes mafiosas».
Solidaridad y unidad necesarias también, según el Rey, «para
restañar sus heridas y para atender, con la mayor entrega, a sus
víctimas y familiares».
Fueron palabras pronunciadas en el acto que los Reyes
presidieron ayer en el Palacio de El Pardo, cuando se cumplen más
de cuatro meses de los brutales atentados del 11 de marzo en
Madrid, y en el que el Rey entregó 151 Medallas de Oro al Mérito en
el Trabajo a familiares de las víctimas de la masacre. Un acto
emocionante y solemne, en el que se lloró con serenidad, un acto en
el que el silencio fue roto por la lectura de los nombres de las
víctimas. Un emotivo homenaje en el que las lágrimas se hicieron
presentes, una vez más, en los ojos de la Reina. Junto a los Reyes
estuvieron el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, y el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús
Caldera.
El pasado 21 de mayo, a propuesta de Caldera, el Consejo de
Ministros concedía esta medalla, en su máxima categoría de Oro, a
las 191 víctimas de los atentados «como reconocimiento a sus vidas
de trabajo que fueron truncadas» el 11 de marzo. Un gesto con el
que España «les quiere dar una prueba más de su amor y
reconocimiento», pero que «no agota nuestras obligaciones» para con
ellos, según el Rey. Viudas y viudos con sus hijos -en un momento
del acto un bebé rompió a llorar en su cochecito-, padres y madres,
huérfanos por la masacre, hermanos y abuelos de los fallecidos
recogieron de manos del Rey las medallas. Ciudadanos españoles y de
los otros catorce países de los que procedían las víctimas.
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