Momento del desfile de la División Leclerc francesa ante la Familia Real. Foto: BALLESTEROS / EFE
Toda la polémica que precedió al desfile de la Fiesta Nacional quedó diluida durante su celebración, durante la cual no hubo ni una sola nota de polémica. La parada militar estuvo marcada por la presencia de familiares de las víctimas del Yak-42, de atentados terroristas, de los agentes del Centro Nacional que murieron en Irak y por la de ex combatientes de ambos bandos de la Guerra Civil. No hubo gestos polémicos ni siquiera por la ausencia de la bandera norteamericana y la presencia de la francesa y la italiana. El líder de la oposición, Mariano Rajoy, saludó de pie la presencia de ambas, junto al portavoz parlamentario socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Entre la tribuna y la bandera, se dispuso un cortejo formado por cuatro ex combatientes republicanos y dos del bando nacional, uno de ellos de la División Azul, lo que levantó numerosas críticas en los días previos al desfile. Junto a ellos estuvieron dos familiares de víctimas de ETA, otras dos del 11-M, la viuda del GEO que murió en Leganés el 3 de abril en la inmolación de siete autores de los atentados de Madrid, la madre del periodista Ricardo Ortega -asesinado en Haití-, un familiar de uno de los agentes del CNI asesinado en Irak, y otro de una víctima del accidente del Yak-42.
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