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EFE-MADRID/R.L.
El ministro de Defensa, José Bono, afirmó ayer, ante la polémica surgida por la presencia de veteranos de la División Azul en el desfile de las Fuerzas Armadas, que «este es un país que el día de la Fiesta Nacional tiene fuerza para permitirse generosidad, concordia y aguantar también a los de la discordia». Bono subrayó que él no ha cambiado «ni de idea ni de cabeza, sigo siendo un socialista que luchó contra Franco, que se jugó su libertad, o lo que fuera, contra la dictadura y, hoy, como ministro de Defensa no pienso pedir permiso a ningún arbitrista para querer a España».

Bono hizo esta declaraciones antes de iniciarse el desfile militar y en el que las miradas estaban puestas en ver quién asistía. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde Alberto Ruiz Gallardón, que aparecían juntos en el desfile de la Fiesta Nacional, acapararon las miradas de los asistentes en las tribunas, políticos y periodistas.

El ministro pidió «seriedad», que «no se hagan juicios morales» e insistió en que ayer «no desfilaba la División Azul, no se trataba de hacer relativismo moral, ni de perdonar a Hitler, ni a Stalin ni a ninguno de los genocidas que en el mundo han sido», no se pueden -dijo- inventar argumentos para atacar con más facilidad». Bono también dijo que «si se trata de echar de España a los que estuvieron en la División Azul, a los que un día dijeron vivas a Franco, a los que tuvieron camisas azules ... se quedan cuatro».

La presencia del líder del PP, Mariano Rajoy, también fue una de las que más llamó la atención de los periodistas. Entre los primeros en llegar, el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y poco después Pasqual Maragall que se sentó en la tribuna de presidentes autonómicos al lado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.