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Tras las palabras del sábado del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, en las que aseguró que es hora de olvidar «a los que echaron la sal de la infamia sobre la herida abierta» del 11-M, el líder del PP, Mariano Rajoy, respondió ayer con una dura crítica al Ejecutivo. Acusó a Zapatero de «volver a dividir a la sociedad española» tras sus afirmaciones ante el Comité Federal del PSOE y le pidió que «oiga a los millones y millones de españoles que quieren que se sepa la verdad». Además, aseguró que el actual Gobierno socialista es el «de peor calidad de la democracia desde 1977».

Rajoy pidió a los socialistas que «oigan a la gente, y que no vuelvan a repetir que el resultado del día 14 nada tuvo que ver con lo que ocurrió en España el día 11», para preguntarse a continuación si el PSOE tiene alguna duda o mala conciencia de algo. Luego, el líder de los populares tuvo unas palabras para las víctimas del 11-M, a sus familiares y amigos, y a todas las víctimas del terrorismo, afirmando que «siempre estaremos con ellos». El líder del PP aseguró que su partido «quiere averiguar la verdad de lo que pasó para que no vuelva a ocurrir y tomar medidas que hagan cada vez más difícil a los terroristas sus acciones criminales».

En la clausura del VII Congreso de Unión del Pueblo Navarro (UPN) en Pamplona, Rajoy dijo que «quien echa sal en la herida es aquél que no quiere que se sepa la verdad» y criticó que «Rodríguez Zapatero volvió a agredir a muchos españoles». «Eso no lo hace un presidente el Gobierno», aseveró, pues «un presidente del Gobierno tiene que unir, y ayer Rodríguez Zapatero no unió a los españoles».

Rajoy hizo un repaso a la situación económica de España afirmando que «estamos viviendo de la inercia y de la herencia» y advirtió en su análisis que el sábado el presidente estaba «demasiado ufano». Argumentó que España tiene una inflación del 3,3%, cuando en abril de 2004 era del 2,4%, y que el diferencial con la UE ha pasado del 0,4% a superarlo en un punto.

El presidente del Partido Popular anunció que «si el Gobierno quiere seguir adelante» con la reforma constitucional, él planteará también una modificación de la Carta Magna para que cualquier cambio en los estatutos de autonomía requiera el apoyo de dos tercios del Congreso en lugar de la mayoría absoluta, «porque las reformas de los estatutos afectan a todos los españoles».