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Los líderes políticos catalanes defendieron ayer, en la reunión que celebraron en el Palau de la Generalitat, definir Catalunya como «nación» en el articulado del nuevo Estatut y han discutido sobre la posibilidad de retirar el texto del Congreso si fracasa la negociación con el PSOE.

Mas salió «satisfecho» de esta reunión «larga y densa», sobre todo porque «todos entienden» que para negociar con éxito en Madrid hay que tener el «coraje y la coherencia» para estar dispuestos a decir 'no' al PSOE a un Estatut que se vea sustancialmente rebajado. «No pensamos prioritariamente en la retirada, pero sí sabemos que tenemos este as para que, si hace falta, digamos que no. Esto nos da mucha fuerza de negociación». En un tono más conciliador se expresaron los representantes del tripartito, y la socialista De Madre aseguró que «nosotros no llevamos ningún as», sino que más bien prefiere tener a mano una «máquina de coser» para acabar de «bordar» el pacto con el Gobierno.

A la reunión, que se prolongó por espacio de casi dos horas y media, asistieron el presidente catalán, Pasqual Maragall; el líder de CiU, Artur Mas; la vicepresidenta del PSC, Manuela de Madre; el secretario general de ERC, Joan Puigcercós; y el líder de ICV, Joan Saura; aunque a última hora se sumó el conseller de Economía, Antoni Castells, que el lunes se reunió con el ministro Pedro Solbes y que ha presentado un documento con propuestas para aproximar posiciones en ocho puntos del modelo de financiación.

Al término de la cumbre, Artur Mas celebró que todos los dirigentes hayan valorado la financiación, las competencias y la definición de Catalunya como los puntos esenciales del Estatut en la negociación, y advirtió al PSOE que Catalunya se guarda «un as en la manga» por si falla el acuerdo, pero De Madre rehusó hablar de «ases» y prefirió apuntar que lo que queda por hacer es «coser» los desacuerdos que aún persisten.

El jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se mostró por su parte convencido de los beneficios de reformas estatutarias como las de Catalunya, negó que éstas comporten riesgos y, ante el debate existente, en el que rechazó la «ofuscación», defendió más autonomía fiscal, pero el mismo régimen lingüístico.