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EFE-BARCELONA
La hasta ahora consellera de Cultura, la mallorquina Caterina Mieras, una de las sorpresas del primer gobierno de Pasqual Maragall ya que era una desconocida en el ámbito cultural, será recordada para la historia como una de las principales impulsoras del retorno de los «papeles de Salamanca». Además de la devolución de los legajos de la Generalitat republicana, incautados por el régimen franquista tras la Guerra Civil española, su acción de gobierno será recordada también por el éxito de la presencia de la cultura catalana como invitada de honor en la Feria del Libro de Guadalajara en otoño de 2004.

Cuestionada desde un principio por su escaso perfil político y su nula vinculación con el mundo de la cultura catalana, la principal mancha de la acción de gobierno de Mieras ha sido, sin duda, su trabajo al frente del Instituto Ramon Llull, que ha vivido en su etapa el abandono del Govern balear de la institución y la dimisión de su director, Xavier Folch, por entender que el Llull no tenía «suficiente autonomía» respecto a la consellería.

Nacida en Mallorca en 1947, Caterina Mieras es médica dermatóloga de profesión y antes de acceder a la Conselleria en diciembre de 2003 había sido concejala de cultura del Ayuntamiento de Badalona (Barcelona) y diputada en el Parlament desde 1999.

A pesar de su trabajo al frente de la concejalía de Cultura de Badalona desde 1995, su nombramiento fue acogido con sorpresa por el mundo cultural catalán ya que se esperaba que Maragall nombrara a alguien con un mayor perfil cultural como el propio Ferran Mascarell o los filósofos Xavier Rubert de Ventós o Pep Subirós. Mieras siempre apareció en las quinielas sobre posibles crisis de gobierno y fue cuestionada en las primeras semanas tras ser nombrada.