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La comisión ejecutiva del PSC propuso ayer por unanimidad al primer secretario del partido, José Montilla, como candidato a la presidencia de la Generalitat. Montilla manifestó su disposición a asumir el nuevo reto y manifestó su voluntad de poner en marcha diferentes contactos con dirigentes del partido, cargos institucionales y representantes del mundo económico y creadores de opinión para perfilar su propuesta electoral.

La pretensión del PSC es, a petición del propio presidente del partido, Pasqual Maragall, dar la máxima «solemnidad» al relevo al frente de la candidatura socialista y no reducirlo a un «simple trámite» fruto de una decisión de la ejecutiva.

El portavoz del PSC, Miquel Iceta, hizo pública la propuesta de la ejecutiva, que está previsto que sea refrendada en un Consell Nacional que se celebrará el día 15 de julio.

Según Iceta, Montilla es «consciente de la enorme responsabilidad que asume» y «quiere estar seguro de que su proyecto ha sido contrastado con mucha gente». Por ello, Montilla buscará la «participación y la complicidad de mucha gente» en su proyecto electoral, según explicó Iceta. De hecho, Montilla ya avanzó durante la campaña del referéndum del Estatut los principios en los que el proyecto del PSC debería desarrollarse en plenitud.

Así, citó el valor de la responsabilidad y del esfuerzo, la defensa de la pluralidad de la sociedad catalana y de la justicia social, y del valor de la proximidad en la ejecución de las políticas públicas. Maragall fue el primero en intervenir en la ejecutiva de ayer para informar formalmente de su decisión de no optar a la reelección como candidato del PSC y manifestar su «apoyo decidido» a la propuesta de candidatura de Montilla. Calificó la decisión de «arriesgada» pero asumió que tiene como objetivo evitar el paso por el «purgatorio» que el PSC «no se puede permitir después de más de 20 años de estar en la oposición y sólo tres en el gobierno».

Maragall puso como ejemplo a seguir el proceso vivido en el PSOE con la elección de Rodríguez Zapatero y apostó por seguir la misma estrategia para evitar que el proceso de designación no sea apreciado como «precocinado», sino como «transparente y democrático». El presidente de la Generalitat dijo también que el cambio de candidato tiene «costes específicos» pero recordó que el PSOE pasó «ocho años en el purgatorio» por no afrontar el relevo de Felipe González en el momento adecuado.