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El president de la Generalitat, Pasqual Maragall, se mostró ayer pletórico ante la entrada en vigor del nuevo Estatut, que celebró en la localidad más pequeña de Catalunya, Sant Jaume de Frontanyà. Allí, en un discurso improvisado ante los medios, el president consideró que «a partir de ahora podemos decir que tenemos una nueva Constitución», con la que, según dijo, el Estado «queda prácticamente residual» en Catalunya.

Así lo explicó el conseller de Presidencia, Joaquim Nadal, que aseguró que «del pueblo más pequeño a la ciudad más grande» el Estatut empezará a traducirse en «cosas concretas» muy pronto. «El solo hecho de que entre en vigor un nuevo Estatut brinda a los catalanes la oportunidad de celebrar con satisfacción que tienen por primera vez un Estatut madurado en democracia», proclamó Nadal. La alegría del conseller y de todo el Gobierno catalán podía verse esta mañana en todos los periódicos autonómicos, donde un anuncio a toda página y en color de la Generalitat rezaba: «Hoy es un gran día».

Maragall glosó las virtudes de la reforma estatutaria y las de la Comunidad Autónoma ante la iglesia de un municipio de tan sólo 32 habitantes, para demostrar que el Estatut «afecta a todos por igual».

Con ese lema empezó también su discurso el president de la Generalitat ante la iglesia de San Jaume de Frontanyà, frase lapidaria a la que no dudó en añadir: «a partir de ahora podemos decir que tenemos una nueva Constitución». Según Maragall, con la entrada en vigor del Estatut «el Estado queda prácticamente residual» en Catalunya y, a partir de ahora, esta comunidad «puede hacer lo que quiera». «De todos los territorios de Europa que no son estados, Catalunya es prácticamente aquel que se parece más a un Estado», sentenció.

Maragall se congratuló de que las Cortes Generales de «una España amiga» haya aprobado «un Estatut fuerte, valiente, importante», aunque precisó que necesitara «algunas leyes importantes de despliegue», pero si perderse «en una selva de letras». Así, abogó por llevar a cabo «actuaciones concretas» que hagan de Catalunya motivo de orgullo «para aquellos que empezaron lo que habían soñado».

Además, el president de la Generalitat lamentó que Europa «está muy mal, no tiene la fuerza que debería tener; no es capaz de evitar que al lado de sus fronteras, haya guerras, agresiones y bombardeos», de manera que, consideró, «su poder en el entorno es nulo» y apostó por que el continente «mire al Mediterráneo».