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EUROA PRESS-MADRID
Al final, el trabajo es el trabajo y el deber ha pesado más que las pasiones personales, que sin duda las hay entre el alcalde y la presidenta de la comunidad de Madrid.

Reconciliación meramente en las formas. Antes de introducirse en la boca del metro, Alberto Ruiz Gallardón cruzó un enorme tumulto para acercarse a Esperanza Aguirre y le espetó un frío beso después del cual, sin más, se dio la vuelta.

Durante un acto en la inauguración de la estación de Metro «El Capricho», en el barrio de Alameda de Osuna, los líderes madrileños escenificaron un punto y aparte en la polémica que han vivido en los últimos días a cuento de la biografía de Esperanza Aguirre, con un escueto y frío beso.

Gallardón esperó a un acto posterior en el que ya no estaba la presidenta de Madrid, para enviarle un mensaje a través de los medios: «Acepto sus disculpas, pero de verdad que en un futuro estas cosas se queden única y exclusivamente en el capítulo de la memoria», dijo.

La frialdad continúo durante gran parte del acto y apenas se diluyó algo cuando ambos políticos montaron en el vagón del metro, ya de regreso, y charlaron más distendidos.

La presidenta de la Comunidad de Madrid aprovechó su discurso para dar las discrepancias por «totalmente superadas». «Por mi parte desde luego», aseguró ante el secretario general del PP, Francisco Granados, y Ruiz Gallardón, visiblemente serio. Según recalcó la presidenta, su presencia conjunta en el acto es la mejor prueba de que «la normalidad institucional está muy por encima de las discrepancias, que las ha habido», recalcó por si alguien tuviera duda.

«El alcalde sabe mejor que nadie el aprecio que le tengo en lo humano y en lo político, y que está muy por encima de las discrepancias», continuó explicando Aguirre.