La crisis económica y las medidas para paliarla han acabado en seis meses con el superávit del Estado, cuyas cuentas registraron en junio un déficit -el primero en tres años- de 4.683 millones de euros, el 0,42 por ciento del PIB.
Aunque junio suele ser un mal mes para las cuentas del Estado, con menos ingresos que otros, en esta ocasión han pesado más los efectos de la crisis, y los ingresos han bajado a causa de la desaceleración, sobre todo la inmobiliaria, y de los peores resultados de las empresas, cuyos costes se han disparado con el elevado precio del petróleo.
A todo esto hay que añadir las medidas puestas en marcha para paliar el deterioro económico, que según los cálculos del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, supondrán que este año se dejen de ingresar 8.000 millones de euros, cantidad que, recalcó, pasará a ser dinero en circulación para ayudar a reactivar la economía.
Incluida en esta cantidad está la rebaja fiscal de 400 euros, cuyos efectos sobre las arcas del Estado no se conocerán hasta julio -en junio sólo se había contabilizado la devolución de los funcionarios-.
El Gobierno asume ya que al cierre del ejercicio las cuentas del Estado presentarán un «moderado» déficit, «de décimas» según el secretario de Estado.
Habrá que ver cuál es el saldo del conjunto de las Administraciones Públicas, que cerraron los tres pasados años con históricos superávit, y a las que sin duda compensará el saldo positivo que sigue registrando la Seguridad Social.
Hasta junio, el saldo positivo de la Seguridad Social se elevó a 16.734,34 millones de euros en los seis primeros meses del año, un 12,41 por ciento más que en el mismo período de 2007, según los datos del Ministerio de Trabajo. Este superávit equivale, aproximadamente, al 1,5 por ciento del PIB.
Al analizar las cuentas del Estado, Ocaña subrayó el hecho de que, pese a la desaceleración económica, los ingresos por el IRPF siguen mejorando, con un aumento del 14,9 por ciento.
El incremento de la recaudación por las retenciones de trabajo del IRPF fue del 9,8 por ciento, lo que para Ocaña demuestra que el mercado de trabajo «sigue sólido, estable y arrojando crecimientos importantes», y también destacó el incremento notable -aunque habitual- de las retenciones de capital, en un 28,9 por ciento.
Los impuestos que, por el contrario, mejor reflejan el impacto de la crisis económica son el IVA y el Impuesto sobre Sociedades.
Así, las empresas acusan la crisis con menos beneficios sobre los que reportar a Hacienda, como lo demuestra la caída en un 17,6 por ciento de los ingresos por Sociedades, que el Gobierno también justifica con los cambios normativos de los últimos meses, incluida la segunda parte de la rebaja del tipo de gravamen.
No obstante, también explican el descenso los cambios normativos de los últimos meses, como la segunda parte de la rebaja del tipo de gravamen en Sociedades, así como los nuevos criterios contables y la opción de pagos fraccionados que han elegido algunas empresas y nuevos criterios contables.
En cuanto al IVA, su recaudación se ha reducido el 14,2%, como claro reflejo de la contracción del consumo de los hogares, aunque también ha influido la aceleración de las devoluciones.
Otra muestra de la «atonía del consumo», como la llamó Ocaña, es la recaudación por impuestos especiales, que sólo ha crecido el 1,3 por ciento.
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