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La ruptura del alto el fuego no fue entendida por muchos de los militantes de la izquierda abertzale y causó malestar entre distintos sectores, entre ellos el que conforman los presos de la banda. De ahí que surgiera una pugna interna en el seno de ETA entre los partidarios de Josu Ternera y los que comulgan con la línea «ofensiva completa contra el Estado» del jefe militar 'Txeroki'.

Ahora esta lucha se ha trasladado al entorno político de la banda y Ekin, la estructura clandestina que actúa como delegación política de la banda terrorista en el interior, está situando a los afines a la «línea dura» al frente de la distintas organizaciones de la izquierda abertzale, «aprovechando el vacío» dejado por el encarcelamiento de la mayoría de los dirigentes de Batasuna, según un informe policial que manejan las Fuerzas de Seguridad.

La actual dirección de la organización terrorista es consciente de que en su seno existe un conflicto, entre los partidarios de Ternera y los simpatizantes de 'Txeroki' que ahora se ha trasladado al ámbito político, por lo que consideran «una necesidad vital» el control de este ámbito, ya que las disensiones podrían desembocar en «una brecha» entre ETA y el resto del conglomerado de la izquierda abertzale, apunta el informe. Sin embargo, los movimientos también llegan de la otra parte. Los más afines a José Antonio Urrutikoetxea, el principal muñidor del último proceso de diálogo, habrían organizado un núcleo de «veteranos» dirigentes de Batasuna con la intención de tomar el control del partido ilegalizado o, en su defecto, de «neutralizar» a los miembros de Ekin.