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El general Vicente Navarro, principal acusado en el juicio sobre las identificaciones erróneas del Yak-42, se declaró ayer «inocente» en su turno de última palabra y aseguró que intentó «dulcificar» los detalles de las circunstancias en que se produjeron las muertes de los 62 militares españoles para que «las familias que habían perdido a un ser querido no siguieran torturándose y dando vueltas a algo irremediable».

Además, durante la sesión, la defensa de Navarro acusó a las autoridades turcas de querer «quitarse de en medio todos aquellos cadáveres» asegurando que las «prisas» que han reconocido miembros del equipo español no se corresponden con otros testimonios, y que no la hubo en su defendido.

En la última jornada de la vista oral, que quedó vista para sentencia, Navarro defendió que en sus «44 años de ejercicio de la medicina» jamás ha tenido «un incidente» y se preguntó «qué beneficio podía haber sacado» del falseamiento de 30 de las 62 unidades si se encontraba ya «al final de su carrera». «Yo no considero que tenga un desdoblamiento esquizofrénico de la personalidad, un doctor Jekyll y Mister Hyde. Yo que he estado haciendo bien sobre el bien dentro de una praxis normal, ¿voy a revolverme a hacer daño?, ¿a quién?,¿ a las familias?, ¿para qué?», se preguntó, asegurando que incluso «dulcificó» los hechos para que las familias no se «torturasen». «Habría sido una intervención absolutamente inexplicable», apostilló el acusado, que calificó de «infierno» el escenario del accidente.

Por su parte, la portavoz de la Asociación de Familias Afectadas por la Catástrofe del Yak-42, Granada Ripollés, aseguró que el general no puede pretender «sentirse tan víctima» como ellos, en referencia a los cinco años de «juicios paralelos y dimes y diretes» que aseguró haber sufrido el acusado.