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El Grupo Banco Popular, al que pertenece el Banco de Crédito Balear, optó en el primer trimestre por la prudencia y sacrificó una parte del beneficio neto para seguir dotando provisiones, de forma que redujo sus ganancias un 30'7%, hasta 224'76 millones de euros, al tiempo que anunció su intención de cerrar hasta 300 oficinas en dos años.

«Estamos dando prioridad a la prudencia sobre el resultado», señaló hoy el consejero delegado de la entidad, Roberto Higuera, quien dijo que el cierre de oficinas se hará para reducir costes.

Durante los últimos trimestres, la entidad se ha preparado «para una crisis excepcional de duración imprevisible», por lo que la gestión se ha enfocado a reforzar la solvencia, contener los costes y dinamizar la acción comercial con pymes y particulares, lo que ha permitido la creación de las mencionadas provisiones cautelares para anticiparse a los efectos del crédito moroso.

Así, Banco Popular decidió realizar una dotación extraordinaria a provisiones de 175 millones de euros en el primer trimestre, que se suman al resto de provisiones, entre ellas, los 259 millones de provisiones ordinarias.

Si se compara el beneficio neto recurrente, el que excluye provisiones cautelares y resultados extraordinarios, la ganancia neta del banco se sitúa en 300 millones de euros, cifra que retrocedió el 0'6% en un año.

Al finalizar marzo, la entidad registraba una tasa de mora del 3'82%, casi cuatro veces más que el 0'98% del mismo periodo de 2008, con una cobertura para insolvencias del 133'4%, para una cartera de créditos a la clientela de 94.244 millones, que había crecido el 5'2% interanual, por encima del aumento del PIB.

En cualquier caso Higuera no quiso pronosticar el techo que podría alcanzar la morosidad este año, aunque aseguró que la entidad «podrá aguantar bastante» su incremento.