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El jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, confirmó ayer la candidatura de su ministro de Exteriores, Miguel Àngel Moratinos para ocupar el cargo de jefe de la diplomacia de la Unión Europea, pero manifestó su deseo de que se quede en el Gobierno español.

Zapatero reconoció que Moratinos figura como uno de los nombres que podrían ser Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea porque cuenta con el aprecio y el reconocimiento de toda la esfera política, además de ser «una magnífica persona». Pero añadió: «Cumple aquí su tarea muy bien, es un gran colaborador, deseo que siga en la colaboración en el Gobierno de España».

Zapatero reconoció la trascendencia de la reunión extraordinaria que mantendrá el jueves en Bruselas el Consejo Europeo y no dio nuevas pistas sobre sus preferencias. Se limitó a recordar que quiere un presidente estable «europeísta, con liderazgo político y que tenga un proyecto o, al menos, un conjunto de ideas para Europa».

Respecto a la coordinación de España, Bélgica y Hungría, los tres países que asumirán de forma consecutiva durante los próximos 18 meses la Presidencia semestral de la UE y que, según el Tratado de Lisboa, deben trabajar de forma conjunta, Zapatero consideró que la «Presidencia trío» deberá abordar dos asuntos fundamentales para el futuro de la UE: la coordinación de las políticas económicas y la renovación de la Estrategia de Lisboa para salir de la crisis; y el desarrollo de las políticas de vecindad.

La presidencia española de la Unión Europea, en el primer semestre de 2010, será una oportunidad única para situar a España en el «motor integracionista» de Europa. Así lo manifiestan un grupo de expertos en un informe de la Fundación CIDOB y el Círculo de Economía, en el que piden una Europa «fuerte, útil y abierta» y defienden la necesidad de que Europa tenga un presidente fuerte. Esta nueva figura, que crea el Tratado de Lisboa, debería ser percibida «por los ciudadanos como el líder de un proyecto político de futuro», añade el informe.