La inauguración de los actos conmemorativos de los 200 años del Supremo se ha visto eclipsada por la situación de Dívar al frente de la institución y la pérdida de confianza de la carrera judicial, que se ha hecho evidente en la soledad en la que se ha encontrado el todavía presidente.
El acto, presidido por el príncipe de Asturias, ha sido breve, serio y sombrío, y se ha visto empañado por los gritos de funcionarios de la Administración de Justicia que protestaban por los recortes y que coreaban «Dívar dimite, Justicia no te admite».
En un discurso meramente institucional sin mención alguna a su situación al frente de ambos órganos, Dívar se ha limitado a alertar de que «un Estado que socave la posición institucional del poder judicial dificulta o hace inexistente el Estado de Derecho».
Últimas palabras
Estas palabras serán previsiblemente las últimas que pronuncie en la sede de este órgano como presidente del Alto Tribunal, aunque él mismo aún no habla abiertamente de dimisión.
Al término de la ceremonia, tras la cual se celebró un cóctel en el que no permaneció más de quince minutos, Dívar, preguntado por Efe Televisión sobre si este sería su último acto como presidente del Supremo, señalaba: «No lo sé, no lo sé».
Antes de leer su discurso, Dívar ha agradecido al Príncipe su presencia tras recordar que el Rey ha tenido que «ausentarse» para acudir a las «exequias» del príncipe heredero de Arabia Saudí.
Por su parte, don Felipe ha destacado la importancia fundamental de la independencia del Tribunal Supremo para la separación de poderes y ha expresado su deseo de que el acto de reflexión que ofrece su bicentenario contribuya a «seguir perfeccionando» lo mejor del legado de las Cortes de Cádiz.
La ceremonia ha contado con la presencia de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón; el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce; el presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, y representantes de las Cortes Supremas Iberoamericanas, de Portugal y de Filipinas.
Por contra, las ausencias más significativas fueron las de dos de los vocales que pidieron el sábado su renuncia: José Manuel Gómez Benítez, que reclama el cese de Dívar y que fue quien le denunció ante la Fiscalía por los gastos de sus viajes, y la progresista Margarita Robles.
Sí estaban Félix Azón y Margarita Uría, que también apoyaron instarle a su dimisión y buena parte de los vocales del sector conservador, entre ellos el vicepresidente Fernando de Rosa.
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