Los «grapos» José Antonio Ramón Teijelo y María Victoria Gómez Méndez, acusados de alquilar la casa de Lyon (Francia) donde estuvo cautivo el empresario aragonés Publio Cordón y de enterrar su cuerpo, han negado su participación en los hechos, e incluso el primero que fuera miembro de la banda terrorista en ese momento.
Ambos, que están en la cárcel por su colaboración con el GRAPO, han comparecido en la primera sesión del juicio de la Audiencia Nacional, en el que se enfrentan a 37 años y 10 meses de cárcel por el secuestro y muerte de Cordón.
«No tengo nada que ver», ha respondido Teijelo al fiscal, a lo que ha reiterado de forma contundente que no se consideraba integrante de una banda terrorista y que se enteró por la prensa y por comentarios que se había producido el secuestro, a la vez que ha desvinculado al PCE(r), donde se hacía cargo del aparato de propaganda, de los GRAPO.
De hecho, ha querido dejar claro que ese partido nada tuvo que ver con los hechos que se juzgan y ha atribuido a la «casualidad» que el DNI falsificado que se utilizó para alquilar el chalé de Lyon donde estuvo retenido Cordón llevara el mismo nombre que el que él utilizaba, también falso, en sus actividades clandestinas.
También ha negado la acusación María Victoria Gómez, que sí ha reconocido su pertenencia a los GRAPO pero ha dicho que justo en el momento del secuestro acababa «prácticamente» de ingresar y estaba en la «reserva».
Según el fiscal, los dos alquilaron la casa haciéndose pasar por profesores españoles de francés y estuvieron en el chalé hasta que Cordón, encerrado en un armario de la buhardilla empotrado de 1,71 metros de largo por 1,21 de ancho, intentó escapar, cayó al vacío desde una ventana, quedó malherido y al poco murió. Su cuerpo fue enterrado después por sus captores en el Mont Ventoux francés.
Durante el juicio los dos acusados han declarado que se conocían muy poco, de alguna coincidencia por el PCE(r) y que no habían estado nunca en Lyon.
Teijelo ha querido desmontar la versión del arrepentido Fernando Silva Sande, ya condenado por ese secuestro, y ha negado que le marcara en la cárcel sobre un plano el lugar donde habían enterrado el cuerpo, que la Guardia Civil ha buscado sin éxito en diversas ocasiones.
Y no solo lo ha negado, sino que ha aprovechado para hablar de la relación entre ellos, que no ha sido «lineal» como «se corresponde con la personalidad» de Silva Sande, del que ha llegado a decir que podría ser «bipolar» hasta el punto que en algunos momentos era «muy agresivo e incontrolable», tanto que llegó a amenazarle, ha dicho Teijelo.
También ha arremetido contra Silva Sande la otra acusada en el juicio, del que ha señalado que hizo «su cortijo particular» de la organización y «de su capa un sayo» tanto con los militantes como con el dinero.
Tras insistir en que el PCE(r) nada tuvo que ver con la lucha armada, María Victoria Gómez ha sido más contundente y se ha negado incluso hasta dar los «nombres de guerra» de los miembros de la organización y a responder al abogado de la acusación particular.
En calidad de testigo ha comparecido en el juicio Silva Sande, que ha relatado cómo se ha ido desvinculando de la banda terrorista y ha asegurado que pidió perdón a sus víctimas por sus acciones porque lo «necesitaba».
Ahora considera una «aberración» lo que hizo y ha subrayado que no ha obtenido nada a cambio porque ni siquiera lo ha pedido -«sería sucio», ha dicho-, ni ha logrado permisos penitenciarios por colaborar con los investigadores.
Silva Sande ha acompañado a la Guardia Civil en los rastreos de Mont Ventoux y ha colaborado para señalar zulos del GRAPO.
Y sí ha señalado a Teijelo y a María Victoria Gómez, con la que tuvo una relación sentimental, como las personas que alquilaron el chalé de Lyon y las que estaban cuando falleció Cordón.
Otro de los «grapo» que han comparecido en el juicio es Enrique Cuadra Echeandía, en libertad por la derogación de la doctrina Parot, quien no ha señalado a los acusados como participantes en los hechos y tampoco ha querido decir los nombres de otros miembros de la banda que intervinieron porque «están operativos».
La esposa de Cordón, Pilar Muro, ha reconocido las dos remesas de cartas de su marido que el comando les remitió durante el cautiverio y ha dicho que nunca quisieron darle una «prueba de vida» de su esposo.
Muro ha precisado que pagó el rescate -400 millones de pesetas- porque nunca supo que su marido había fallecido.
El juicio continúa mañana con la declaración de los peritos y dos pruebas clave: las muescas de letras y números que el secuestrado efectuó en la jamba del armario que servirán para demostrar que la víctima estuvo allí y las del ADN de María Victoria Gómez hallado en un sobre de las carta que envió Cordón.
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