Pendiente de ir a juicio por rebelión en la Audiencia Nacional, Trapero ha aceptado testificar en el juicio a la cúpula del «procés» en el Tribunal Supremo, donde ha comparecido acompañado de su abogada, Olga Tubau, para defender el dispositivo de los Mossos y expresar su incomodidad por la situación que tuvo que gestionar.
La testifical de Trapero ha quedado interrumpida cuando llegaba al momento clave, sus reuniones con el presidente Carles Puigdemont los días previos al 1-O. Sus explicaciones quedan en el aire por un tecnicismo que deberá resolver la sala por la tarde: Vox, que ha citado al mayor, no le ha preguntado por ello, lo que puede impedir que las demás partes le interroguen sobre la cuestión.
Ante el tribunal, Trapero ha destacado que los anuncios de Forn, nada más tomar posesión como conseller de Interior en julio de 2017, de que los Mossos permitirán que se votara con normalidad el 1-O, eran encajados «muy mal» en el cuerpo de la policía autonómica, especialmente cuando tenían la orden judicial de impedirlo.
Trapero ha indicado que Forn le advirtió de que una cosa eran sus declaraciones públicas a favor del referéndum y otra la función de la policía, a la que siempre trató con «respeto», si bien ha afirmado que su promesa de que los Mossos permitirían votar tenía un un «punto de irresponsabilidad».
De hecho, ha destacado que cuando el conseller Jordi Jané le anunció que dimitía a poco más de dos meses del referéndum porque quería evitar riesgos por la «deriva política» del Govern, él le contestó que también estaba «incómodo» por la situación.
El mayor ha admitido que el referéndum era «ilegal» y ha insistido que el dispositivo para impedirlo era «conjunto» entre los Mossos, la Guardia Civil y la Policía Nacional, bajo la «supervisión» del coronel Diego Pérez de los Cobos.
Según Trapero, el dispositivo de los Mossos «no tenía otra finalidad» que impedir el referéndum. «¿Nos hubiese encantado que hubiese más resultados? Sí, hubo los que pudimos hacer entre todos», ha reconocido.
Según los datos que ha ofrecido Trapero, los Mossos cerraron un total de 134 colegios el 1-O (104 por los antidisturbios), unidos a los 250 que no se consiguieron abrir.
Una actuación a la que hay que sumar la incautación de 432 urnas, 90.000 papeletas, 70.000 sobres, 4 ordenadores, un móvil y documentación de interés porque explicaba «bastantes cosas de cómo funcionaba el proceso».
Trapero ha insistido ante el tribunal que «aceptó» la coordinación de Diego Pérez de los Cobos frente al dispositivo del 1-O, pero manifestó a la Fiscalía que no la «compartía» con el fin de «trasladar un mensaje de tranquilidad» al cuerpo de la policía catalana, donde había «mucha preocupación» por la idea de que quien les daba órdenes no eran sus «mandos naturales».
Fue precisamente para dejar claro que aceptaba la decisión de la Fiscalía de situar como coordinador a De los Cobos por lo que se desmarcó de las declaraciones de Forn, que aseguró que los Mossos no lo aceptaban, ya que lo exacto era que no estaba de acuerdo pero lo acataban.
En un plano personal, Trapero ha reconocido que no estuvo muy acertado ante De los Cobos, con quien «hubo algún momento de tensión dialéctica», que «pudo incluso no ser apropiado» pero dejando claro que «el espíritu era de defender el cuerpo y hacer las cosas lo mejor posible».
Tan mala era la relación que cuando su número dos Ferran López se ofreció a asistir a las reuniones en su lugar, Trapero lo vio como «una liberación» porque él «ya no estaba haciendo un buen papel» con De los Cobos, ya que creía que no era la «persona oportuna» para coordinar el dispositivo porque «no venía del mundo operativo».
Respecto a las concentraciones ante la consellería de Economía por los registros del 20S, Trapero ha asegurado que ofreció a la comitiva judicial una salida «segura» para abrirse paso entre la muchedumbre, mediante una «cápsula» de 20 agentes del servicio de escolta de Mossos, reforzada por un cordón de antidisturbios separado a su vez de los manifestantes por otro de voluntarios.
Según el mayor, que ha insistido en que se implicó «personalmente» en la salida de la secretaria judicial, ese cordón de antidisturbios se empezó a montar, pero no llegó a completarse porque al centro de coordinación de los Mossos les llegó la información de que el registro se iba a retrasar por problemas técnicos.
A las 11 de la noche, ha detallado Trapero, recibió una llamada del titular del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona apremiándole a facilitar la salida de la secretaria judicial, por lo que se optó por ofrecerle la alternativa, igualmente «segura», de abandonar el edificio por la azotea, sin volver a montar el cordón policial para «ahorrar tiempo».
Trapero limitado los hechos violentos de ese día -claves en el delito de rebelión que esgrimen las acusaciones-, al lanzamiento de alguna botella de agua a los mossos, «algún empujón» y «evidentemente» los daños causados a los coches de la Guardia Civil.
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