La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, será la candidata del PSOE para las elecciones europeas del 9 de junio a propuesta de la Comisión Ejecutiva Federal del partido. Abanderada de la lucha climática, ganadora de mil batallas en Bruselas y artífice de la Agenda Verde en España, Ribera será finalmente, y como todo apuntaba, la cabeza de cartel de los socialistas para los comicios al Parlamento europeo.
Ribera llegó al Gobierno en 2018 en el primer equipo que acompañó a Pedro Sánchez en la Moncloa, y junto a él ha permanecido en estos años, en el núcleo de «incombustibles» -Marlaska, Robles, Montero y Planas- que no se han separado del presidente en estos seis años. Conocida por su beligerancia contra la energía nuclear y los combustibles fósiles, así como por su protagonismo en la puesta en marcha de leyes ambientales, su cercanía al presidente la evidencia que fuera de número dos en las listas por Madrid de Pedro Sánchez en las últimas elecciones generales.
Licenciada en Derecho y en su día también secretaria de Estado de Cambio Climático, se ganó el reconocimiento de la comunidad internacional al ser una de las artífices al Acuerdo de París de 2015. En 2019, con la organización en tiempo récord de la COP25 en Madrid después de que Chile renunciara a celebrarla, confirmo su buena imagen fuera de nuestras fronteras. Muy combativa con «los negacionistas» climáticos, la ministra se ha mostrado siempre cercana a los jóvenes que reclaman leyes climáticas más ambiciosas para garantizar la supervivencia de las generaciones futuras en linea con lo que pide la ciencia.
Se trata además de una ministra muy en sintonía con los grupos ecologistas, por sus postulados verdes en defensa del clima y la biodiversidad. Conocida por su férrea defensa del parque Nacional de Doñana frente a las explotaciones agrícolas de la zona por temas de sequía, las fricciones por temas ambientales de esta ministra con los grupos de la oposición han retumbado incluso en Europa.
En el caso de Murcia y el levante español, con los planes de cuenca y el polémico trasvase de agua Tajo-Segura, la postura de Ribera ha sido la de defender unos caudales «ecológicos» que garanticen en todo momento el bienestar de las aguas fluviales en las transferencias hídricas. Desde el Ministerio para la Transición Ecológica se han impulsado además, durante su legislatura, iniciativas como una estrategia nacional para la protección del lobo o el compromiso de dotar al Mar Menor de personalidad jurídica para su protección ambiental. Frente a la contaminación urbana, Teresa Ribera ha defendido siempre impulsar las zonas de bajas emisiones (ZBE) para restringir la circulación de los vehículos contaminantes.
En materia energética, la invasión rusa de Ucrania propició que Ribera adoptara una ingente batería de medidas para paliar el impacto de la subida de los precios de la energía, como las rebajas de impuestos en los recibos de la luz y el gas, la ampliación del bono social o los descuentos en los carburantes. Su triunfo más reconocido fue conseguir que la Comisión Europea aprobase la «excepción ibérica», un mecanismo en España y Portugal para limitar o «topar» el precio del gas para producir electricidad y evitar que los máximos alcanzados en los mercados mayoristas se trasladaran al consumidor.
A lo largo de su mandato ha sido tensa la relación con las empresas energéticas, muy críticas con propuestas como la de reforma del mercado eléctrico y, sobre todo, con el impuesto extraordinario al sector impulsado por el Gobierno de Sánchez. En el tintero quedan pendientes proyectos tan ambiciosos y esperados en materia ambiental como la tramitación parlamentaria de la ley para dotar de un estatuto del trabajador a los agentes y bomberos forestales.
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