Felipe VI en su tradicional mensaje de Navidad, grabado en el Salón de Columnas del Palacio Real. | Ballesteros

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Felipe VI ha llamado este martes la atención sobre la existencia de una «clamorosa» demanda de serenidad en la sociedad española ante la, a veces, «atronadora» contienda política, una discordia que, ha advertido, no puede convertirse en un constante ruido de fondo que impida escuchar las verdaderas necesidades de la ciudadanía.

Una llamada de atención que ha supuesto uno de los mensajes destacados del discurso navideño que el rey ha dirigido, como es tradicional, a los españoles en Nochebuena, y que ha comenzado y finalizado con emotivas palabras para los afectados por la terrible dana que asoló varias zonas de España, especialmente Valencia, hace casi dos meses.

Precisamente las consecuencias de la dana han sido protagonistas de la única fotografía que se ha visto junto al monarca en la emisión del mensaje televisado y que por segunda vez en su reinado no ha sido grabado en la Zarzuela, sino en el Palacio Real.

El jefe del Estado se ha dirigido esta noche a la ciudadanía desde el Salón de Columnas, decorado con un árbol de Navidad, un belén y una imagen de afectados por la dana, militares y voluntarios recogiendo lodo en Paiporta (Valencia). Una fotografía de la Agencia EFE que fue tomada el 7 de noviembre, una semana después de las inundaciones que causaron más de 220 muertos.

En su undécimo mensaje navideño, Felipe VI, que este año ha celebrado el décimo aniversario de su proclamación, ha pedido que las ayudas lleguen a todos los afectados por la dana que lo necesiten y ha recordado que en muchos de los pueblos afectados aún queda mucho por hacer, y «donde es tanta la necesidad de los vecinos que deja pequeños todos los esfuerzos, aún sin perder la esperanza».

El rey ha vuelto a subrayar el acuerdo que inspiró la Constitución y ha indicado que el consenso en torno a lo esencial debe ser una práctica constante, necesaria para mantener la confianza en las instituciones. «Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese diálogo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado. Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad (...). No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía», ha recalcado el jefe del Estado.

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Porque para el monarca, «el consenso en torno a lo esencial, no sólo como resultado, sino también como práctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo público. No para evitar la diversidad de opiniones, legítima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido».

Un acuerdo sobre «lo esencial» desde el que se deben abordar, según el rey, los asuntos que preocupan a la sociedad, como son la creciente inestabilidad internacional, el clima en el que se desarrolla con frecuencia el debate público, las dificultades en el acceso a la vivienda o la gestión de la inmigración.

Sobre este último aspecto, la inmigración, Felipe VI ha incidido en la necesidad de que su tratamiento esté basado en el reconocimiento de la dignidad «que todo ser humano merece», en el esfuerzo de integración y el respeto de las leyes y normas básicas de convivencia por parte de todos. También se ha referido en su discurso a la preocupación existente por dificultad para acceder a una vivienda que afecta sobre todo a los jóvenes, y especialmente en las grandes ciudades.

Una situación ante la que ha dicho que es importante que todos los actores implicados «reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos».

Una juventud que ha llenado de orgullo a la sociedad «acudiendo en masa para dar lo mejor de sí» en las calles de los pueblos afectados por la dana y en la que radica principalmente el futuro de una España de la que ha dicho que es un gran país, «una nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros».

Y, respecto a la situación internacional, ha advertido cómo en un escenario complejo, cambiante «e incluso convulso», a veces se discute la validez de la democracia como sistema de gobierno, un contexto frente al que Europa sigue siendo la «referencia más valiosa». Y ha subrayado cómo «con demasiada frecuencia se cuestiona el derecho internacional, se recurre a la violencia, se niega la universalidad de los derechos humanos o se pone en duda el multilateralismo para afrontar los desafíos globales».