Un funcionario municipal (con casco) explica a Mariano Pérez, propietario del bar Tiqui, la nueva normativa. | Jaume Morey

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Ha nacido una nueva modalidad de terraza: la terraza que está quitando espacio a los coches. Desde hace unos días –y este jueves se cumple el que hace 68 del inicio del estado de alarma– incluso los bares y restaurantes que no tenían sillas y mesas en el exterior han podido hacerlo gratuitamente. Y ha nacido, con ello, una nueva modalidad para comer o beber: hacerlo entre líneas de aparcamiento. Todo arranca de un decreto del área de Participació Ciutadana i Govern Interior del Ajuntament de Palma. Lo firma Alberto Jarabo.

La penúltima polémica municipal, antes de que el coronavirus dejara en segundo plano cualquier otro asunto, ya tuvo que ver con las terrazas. Fue en febrero cuando todas las terrazas autorizadas en Palma (un millar) tuvieron que quitar los toldos y cerramientos de aceras y zonas peatonales. Será el final, se despedirá a mucha gente, auguraba el sector de la restauración. Recién estrenada la medida, el confinamiento obligó a quitarlas todas. Y los bares cerraron. El nuevo decreto fija unas nuevas delimitaciones de carácter excepcional. Se suspende la ordenanza y se permite sacar sillas y mesas. Hasta se pueden colocar en las zonas de ORA.

Tomeu Fullana es funcionario municipal, concretamente supervisor de la vía pública, y se ha parado a tomar unas fotografías frente al bar Tiqui, en la calle Rodríguez Arias. Ha entrado al local y ha hablado un rato con Mariano Pérez. Todo estaba correcto y las sillas y mesas que ha ganado entran dentro de lo establecido. Ha aprovechado para resolverle otras dudas y le ha dejado una copia del decreto. Algo más de 195 solicitudes de ocupación de la vía pública se habían solicitado el viernes. La simple solicitud –pendiente luego de una comprobación– supone el visto bueno inicial.

Dónde tomar las uvas

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El bar Goa mide desde hace décadas la temperatura de la plaza del Progrés, en Santa Catalina. Abre a las seis y media de la mañana y cierra a las nueve. Tenía seis mesas con sillas en la terraza y ha ganado tres más. Un cartel pegado sobre el poste de una farola es claro: «No aparcar. Terraza bar. Avisamos grúa». Esta medida excepcional fue lo que despejó las dudas que tenía Miquel Oliver, uno de los propietarios sobre si abrir o no en la fase 1.

«La verdad es que nos va bien, ha regresado la clientela tradicional, no ha faltado nadie», resume. Lleva mascarilla y una camiseta que invita a relajarse y «matar zombies». Ese bar, cuando echó el cierre por el confinamiento, ya colocó un cartel que invitaba a tomarse las cosas con calma: «Cerrado hasta nueva orden». Y así fue.

Joaquín Cuenda, propietario del bar El quinto pino (en la calle calle Camilo José Cela, antes calle Bosque y que sube a Bellver) también ha podido ‘inventarse' una nueva terraza. No ha puesto césped artificial como otros bares pero sí unas barreras transparentes de quita y pon. Afirma que es suscriptor de Ultima Hora y recuerda que hace días leyó en este diario una entrevista con «una de nuestras clientas habituales, que viene mucho por aquí». Y añadía: «Sí, fue Miss Europa hace años». Se refería a Maruja García Nicolau.

Las terrazas que desalojan a los coches y que nadie hubiera imaginado hace dos meses proliferan por toda Palma. Se autorizarán (así se especifica desde el Ajuntament) mientras dure la norma de distanciamiento. El decreto las autoriza, en principio, hasta el 31 de diciembre. Si habrá que comer las uvas sobre un párking es pronto para darlo por hecho.

Los vados y los espacios para personas minusválidas quedan fuera del decreto.
Aunque la actividad comercial todavía no invita a cantar victoria, la ocupación de las terrazas a cualquier hora se empeña en demostrar ganas de seguir adelante. Hay gente cuando el sol aprieta y cuando no. ¿Espejismo o nueva normalidad?

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