Sin uso. El edificio de La Soledat que actualmente está apuntalado y cubierto por una red.

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Los vecinos del número 53b de la calle Sureda, en La Soledat, llevan un año fuera de sus casas desde que el 21 de noviembre del año pasado fueron desalojados del inmueble de forma precipitada por los bomberos «como si se fuese a derrumbar el edificio en ese mismo momento», explica Pilar Molina, una de las afectadas que, aunque solo habla en su nombre. Le ha escrito una carta al alcalde, José Hila, «al que he visto crecer en Son Gotleu», para pedirle ayuda.

Molina recuerda que estaba trabajando cuando la llamaron para que acudiera a su piso ante el peligro de derrumbe por deficiencias estructurales. Las familias que residían en ese inmueble tuvieron que abandonarlo con apenas tiempo para recoger pertenencias imprescindibles.

El edificio fue precintado y así sigue justo un año después. Antes de eso, explica la vecina, «los propietarios teníamos pendiente el arreglo del terrado, porque había filtraciones de agua, pero como en el ático había okupas, que estuvieron tres años sin que se consiguiera echarles, las obras no se podían iniciar».

Cuando los okupas se marcharon los propietarios tenían todo preparado para empezar las obras, «pero al entrar el arquitecto en el piso que había estado okupado se encontró con todas los hierros de las vigas sacados y retorcidos. Cuando vio eso no quiso seguir adelante y llamó a los Bomberos; en ese momento nos sacaron del edificio como si aquello fuese un incendio».

Pilar lamenta que los servicios sociales «solo les ofrecieron ir al albergue» y que «nos vimos desamparados». Les dijeron que el edificio había que apuntarlo «pero que teníamos que hacerlo nosotros y pagarlo de nuestro bolsillo, cosa que hicimos».

El problema, un año después, explica, es que «hay cuatro propietarios que son insolventes y tres pisos que son propiedad de bancos que ponen pegas». La obra pendiente cuesta unos 400.000 euros «que tendremos que asumir entre los ocho o nueve vecinos que pagamos». El resultado es que «estamos como hace un año, con el edificio apuntalado y sin ayuda, cada uno viviendo donde puede».

Por eso, Pilar pide ayuda a Cort. «He llamado para pedir un encuentro con el alcalde, pero me dijeron que nos apuntaba en una lista y que cuando tuviera un rato para recibirnos nos llamarían», por eso se ha animado a mandarle también una carta.