Un ciudadano consulta su móvil junto a dos cabinas telefónicas llenas de pintadas vandálicas. | Teresa Ayuga

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Para los más mayores, en la década de los 60, eran un elemento indispensable, para los de mediana edad, en los años 80 y 90, un complemento útil al fijo de los domicilios y para los jóvenes, que han crecido en paralelo al desarrollo tecnológico, no pasa de ser un elemento decorativo de las ciudades.

Los dispositivos móviles han acabado con las tradicionales cabinas que poblaban las ciudades y ahora Telefónica, por falta de uso, se plantea retirarlas. Para ello firmará un convenio con el Ajuntament de Palma, concretamente con el SACOV, departamento de la regiduría d’Infraestructures que regula la ocupación de la vía pública, según se informó ayer en la comisión d’Economía previa al pleno de la próxima semana.

Elementos cotidianos del paisaje urbano, las cabinas han ido perdiendo utilidad hasta convertirse en restos de otra época como lo demuestra el hecho de que, según datos de Telefónica hechos públicos en 2021, más de la mitad de las cabinas de Palma no fueron utilizadas por nadie en todo el año y en total, de media, solo se utilizaron una vez cada dos días.

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Muchos de los telefonos públicos no están operativos.

Hasta ahora estos locutorios callejeros no se podían retirar de las calles porque, para el Gobierno, estaban consideradas como un servicio público aunque muchas de ellas no estuvieran operativas y solo sirvieran para acumular suciedad y pintadas. Ahora la situación ha cambiado y las autoridades ya no son tan estrictos defendiendo esta premisa. Es por eso que Cort ya anunció que adaptará la normativa municipal para facilitar su retirada. La fortaleza de la telefonía móvil acelera la medida que tarde o temprano tenía que tomarse ya que, desde hace muchos años, se contabilizan en todo el territorio más lineas de dispositivos portátiles que habitantes.