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Hay una Palma escondida a los ojos no habituados a la historia que ahora pelea por salir a la luz. A lo largo de este sábado, la Ciutat vivida por las mujeres emergió por unos momentos gracias a una ruta organizada por Arca. El gestor cultural y divulgador Joan Antoni Martínez recuperó la memoria de mujeres como Santa Catalina Thomàs, Maria Antònia Salvà, Beatriu de Pinós, Alberta Giménez, Matilde Landa u otras más desconocidas como Elisabeth Zaforteza Gual-Desmur o Elisabet Font dels Olors.

La ruta comenzó en la iglesia de Montesión, «donde se creó el primer centro del lulismo». Aquí tuvo un papel vital Beatriu de Pinós, «que en el siglo XV impulsó dentro del colectivo de mujeres la educación en el lulismo». DePinós se enfrentó a la Inquisición y fue llevada a los tribunales por su hija por destinar lo que debería ser su herencia a fomentar la educación femenina. De Pinós creó un centro educativo que luego fue la semilla de la actual Universitat de les IllesBalears.

Ya en el número 12 de la calle Pureza, que antes acogió el antiguo Real Col·legi de la Pureza de María Santísima, fue el momento de conocer la figura de la madre Alberta Jiménez, «impulsora de los estudios de Pedagogía en el siglo XIX», explicó Martínez. Casada y con cuatro hijos, perdió a su marido y a tres de sus descendientes en pocos años. A partir de entonces se volcó en su labor educativa, creó la primera escuela de Magisterio de Balears y fundó la congregación de religiosas Pureza de María.

La ruta guiada continuó y esta vez se detuvo en la calle Morey número 4, lugar donde nació la poeta Maria Antònia Salvà, aunque se mudó a Llucmajor tras quedar huérfana de madre para ser cuidada por unas tías. «Desde pequeña escuchaba las glosses y la influencia de su padre le permitió conocer de cerca el movimiento literario de la Reinaxença». Fue una de las voces más importantes de la literatura mallorquina, pese a que recibió numerosas críticas de compañeros de letras.

Emparedada

Siguiente parada: la Seu. Allí destaca la figura de Elisabet Zaforteza Gual-Desmur, que en la Edad Media fue emparedada por voluntad propia en una capilla de la Catedral de Palma junto a una criada. Su religiosidad extrema la llevó a vivir durante tres años, hasta su muerte, en un reducido espacio mientras escuchaba misa y rezaba.

En lo que es la actual sede del Banco de España se ubicaba el convento de Sant Bartomeu, donde ingresó contra su voluntad sor Elisabeth Font dels Olors, que se enamoró del teniente Manuel Bustillos, que estaba casado. Elisabeth se escapó para reunirse con su amado y salieron de la Isla en barco pero fueron apresados en el cabo de Palos. Él fue decapitado en es Born y 39 años después ella se suicidó en su celda del convento.

Por otro lado, María Inés Ribera Garau luchó en el siglo XIX para fomentar la educación de las mujeres y Aurora Picornell y Matilde Landa, ya en la antigua prisión de Can Sales, encarnaron la lucha femenina contra el fascismo del siglo XX. La ciudad está repleta de testimonios femeninos que a día de hoy luchan por escapar del olvido.