Imagen del casal Solleric. | P. Pellicer

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De la antigua nobleza a la élite empresarial. Palma ha cambiado en los últimos siglos, más aún en las últimas décadas. Pero dentro del trazado urbano del casc antic, hay un elemento que pervive pese a los cambios sociales y económicos: las casas señoriales de la antigua nobleza mallorquina. A principios del siglo XIX se contabilizaban más de 500 palacetes. Muchos se compartimentaron y dividieron en viviendas hace décadas, pero en los últimos años se ha intensificado su venta debido al imán de Ciutat como destino turístico.

Según datos de Josep Masot, vicepresidente de la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics (ARCA), la Comisión del Casc Antic recibe una avalancha de peticiones cada 15 días para convertir edificios de la zona en establecimientos turísticos, al tiempo que lamenta la paradoja de que «los casals nunca han estado tan protegidos como hasta ahora ni tan en peligro. Impera la especulación sobre la conservación. Hay un afán por tener más viviendas por metro cuadrado para ganar más dinero, lo que choca con la conservación de estos espacios y los desfigura irremediablemente. Piense que cuanta más vivienda, más plaza de parking, y más destrucción del patio central», replica.

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Can Oms, un casal de 1642, pertenece ahora al Consistorio palmesano.

El origen de los casals palmesanos se remonta al siglo XIII, pero la mayor parte de estos palacetes fueron construidos entre los siglos XV y XVI, época en la que eran frecuentes los contactos entre Italia y Mallorca, por el tráfico marítimo y comercial. Así, hay quienes ven su origen en la casa romana; también la influencia de la casa medieval catalana con la conquista de Mallorca en 1229 es importante; y su arquitectura, sin duda tiene influencias italianas, con patios empedrados, que suelen estar adornados con plantas y una cisterna en la entrada, para recoger el agua de la lluvia.

Su decoración interior solía ser sobria y de calidad, con materiales nobles, escaso mobiliario y habitaciones continuas sin pasillos. Desgraciadamente, pocos ejemplos quedan de su interior: «Si tenemos que lamentar que no todos los edificios se han preservado como tocaba, la destrucción del mobiliario, que no estaba protegido, ha sido una escabechina, un verdadero desastre para nuestra historia y patrimonio», apostilla Josep Masot.

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El casal de Can Berga-Ladària se convirtió en un hotel en 2017.

En este sentido, el vicepresidente de ARCA critica los criterios que se han llevado a cabo desde el Ajuntament de Palma para autorizar que un promotor 'se cargue' un artesonado gótico para tener más habitaciones o eliminar una escalera medieval porque había que instalar un ascensor. «Le interesa más mantener el nombre antiguo del edificio que preservarlo. Cómo ha permitido según qué atrocidades el Consistorio, es algo que escapa a mi entendimiento», se pregunta.

Además, Masot hace una afirmación que puede levantar polvareda: «En la mayor parte de las transformaciones se pierde para siempre el principio de reversibilidad que impera en la arquitectura. Por eso, desde el punto de vista patrimonial y de preservación, prefiero que un casal señorial se dedique al alquiler vacacional o de larga estancia a que hagan un hotel boutique, la intervención siempre es menos agresiva».

Dos imágenes de la espectacular reforma de Can Serra de Cavalleria. FOTOS: MALLORCA SITE

Es el caso del antiguo casal señorial de Can Serra de Cavalleria, un palacete del siglo XIV, que ha sido actualizado con todos los servicios actuales: tiene spa comunitario, bodega, piscina, jardín y un apartamento exclusivo para los invitados de los inquilinos. La inmobiliaria Mallorca Site ha liderado la gestión del proyecto de principio a fin, seleccionando la propiedad y guiando al equipo que ha participado en su desarrollo. Curiosamente, la idea ha sido destinarlo al alquiler de larga estancia.

Así, la filosofía de la renovación de la propiedad pasaba por mantener su estatus original: «Desde el artesonado y la configuración de la vivienda, manteniendo las alturas dobles y triples, un gran patio con una puerta de reja que deja ver la entrada, así como su majestuosa escalera clásica», explica Gloria Rodríguez, copropietaria d la inmobiliaria que tiene en exclusiva los alquileres. Además, han mantenido el refugio antiaéreo de la Guerra civil que se encontró en el sótano. Tras el trabajo de reforma y restauración, el inmueble se ha reconvertido en cinco viviendas: dos plantas nobles y tres áticos.

Imagen del edificio antes de la renovación. FOTO: XISCO KAMAL

La mayor parte de los casales que se han vendido, se han convertido en hoteles boutique, se han dividido en viviendas, han adquirido una función museística o son la sede de una institución, como es el caso Can Oms, en la calle Almudaina, que alberga la regiduría de Cultura del Ajuntament de Palma, tras una remodelación a cargo del arquitecto ibicenco Elies Torres en 1982. Y si hablamos de musealización, el Casal Solleric, en el Borne, o Can Balaguer, en la calle Unió, son el vivo ejemplo de la nueva vida de estos inmuebles.

Solo unos pocos se mantienen cerrados o pertenecen a una familia acaudalada porque su mantenimiento es altísimo y vivir en él nunca fue muy funcional. Hay que recordar que la función de este tipo de inmuebles era demostrar el estatus de una familia, un símbolo de poder, porte y distinción que, en demasiadas ocasiones, no se han tratado como debiera. Otros, como Can Marquès, pudieron haber sido un espacio abierto al público, pero la propietaria se topó con la falta de apoyo de las instituciones. Ahora, cerrada a cal y canto, se utiliza de vez en cuando para celebrar actividades artísticas.

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Can Balaguer, en la calle Unió.

Can Vivot, el casal más grande de Palma con 5.700 metros cuadrados, es uno de los grandes referentes de las casas señoriales de Ciutat. Siete siglos de historia reunidos bajo un techo donde confluyen orígenes árabes, reformas de estilos varios y salas majestuosas que son un paseo por el tiempo y la historia. Fue declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico en 1985, cuenta con un patio señorial espectacular poblado por tres carruajes de caballos de época y está en proceso de musealización. El matrimonio formado por Pedro de Montaner y Magdalena de Quiroga son los dueños de esta espectacular casa, y están empeñados en que se convierta en un auténtico centro cultural.

También en fase de restauración se encuentra otra joya, Can Oleza. El magnate español de la sanidad privada Víctor Madera la adquirió en 2018 por alrededor de 10 millones de euros. Ubicado en la calle Morei del Casc Antic, estuvo en manos extranjeras desde 2013, cuando fue vendido a un sueco por la familia Oleza, su propietaria desde el siglo XVII. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1973; posteriormente se le sumó la protección de Bien de Interés Cultural (BIC), y en 2015 Patrimonio amplió todavía más su salvaguarda.

PALMA - Can Vivot, 700 años de historia concentrados bajo un solo techo.El casal señorial más grande de Ciutat, que ha corrido serio peligro de desaparecer, busca abrirse con un proceso de musealización.
Imagen del interior de Can Vivot. FOTO: PERE BOTA

Las obras de rehabilitación se iniciaron hace cinco años, y aunque cuenta con licencia para dividirla en viviendas, la propiedad ha manifestado su deseo de que, una vez acabada la restauración, vuelva a abrir sus puertas a la ciudad. No todo está perdido, aunque a veces lo parezca.