Bautizado en 2010 en una gran ceremonia por la fallecida reina Isabel II como heredero de una estirpe de buques de excepción, en la actualidad navega para una clientela amante de los viajes al viejo estilo, ofreciendo a bordo un ambiente desvanecido en la mayoría de cruceros. No en vano es el tercer navío de este nombre y sucede a los míticos transatlánticos 'Queen Elizabeth' de 1940 y 'QE2' de 1969.
A tal efecto, su decoración se inspira en el estilo Art Déco de los años 30 y entre sus instalaciones destaca un clásico y grandioso salón de baile, un jardín de invierno, cubiertas y tumbonas en madera de teca y un selecto restaurante-veranda a imagen de sus ilustres antecesores.
Pero al contrario que aquellos, no fue construido en Gran Bretaña, sino en Monfalcone, Italia, por Fincantieri y dentro de la clase Vista, adaptada al más tradicional gusto británico. Tampoco sus formas cúbicas recuerdan las finas líneas marineras de antaño. Aunque conserva los tradicionales colores y contraseña de la compañía.
Con sus 90.900 toneladas es mayor que los trasatlánticos anteriores del mismo nombre y en eslora, con 294 metros se equipara al QE2. Asimismo su capacidad para 2.000 pasajeros es comparable, pero inferior a los cruceros de masas.
Entre sus grandes viajes destaca la tradicional vuelta al mundo. En tres ocasiones coincidió con sus hermanos de flota, el 'Queen Victoria' y el 'Queen Mary 2' en Liverpool y Nueva York, -los antiguos puertos de la travesía transatlántica-, y en Southampton, con motivo del jubileo de las Bodas de Diamante de la Reina.
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Uno de los poquísimos grandes cruceros actuales que no escuecen los ojos al verlo.