En esta celebración, que ha sido oficiado por el decano de la Seu, Teodor Suau, y los canónigos, han participado el alcalde de Palma, Jaime Martínez, el presidente del Consell, Llorenç Galmés, la consellera de Familias y Servicios Sociales, Catalina Cirer, y los regidores del Ayuntamiento de Palma.
Durante la fiesta en la Catedral, han sido veneradas las reliquias del santo, que este año hace 500 años que llegaron a Mallorca. Precisamente, sobre la celebración del patrón de Palma, y también de la fiesta de Sant Antoni, el Obispo ha dicho que «es curioso ver con qué seriedad se viven determinados actos que hacen vibrar la ciudadanía reunida para celebrar, encontrarse, convivir y divertirse».
«Para muchos, el aspecto religioso, cada vez tiene menos vigencia y es relegado casi a un recuerdo del pasado», ha lamentado aunque, «aún así, una fiesta siempre ha sido, es y tendría que ser una oportunidad de renovación personal y colectiva, y así remprender de nuevo aquellas actividades habituales que marcan el caminar de cada día, el paso del tiempo y le dan calidad y perennidad».
«Es un gozo vivirlo así, haciendo piña, con espíritu festivo y solidario, haciendo pueblo, sintiéndonos corresponsables de su progreso en todas, en todas sus dimensiones, fruto de un laicismo bien entendido, donde todo tiene cabida y reconocimiento, a la vez que aprendemos la lección de la historia, y tratamos de hacer una lectura creyente», ha añadido Taltavull.
Al acabar la Eucaristía, las autoridades y todos los asistentes han podido acercarse a reverenciar la reliquia de Sant Sebastià.
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