Uno de los espacios habitados bajo un puente de la vía de cintura. | F.F.

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Vivir bajo un puente. A este extremo se han obligado a verse abocados un grupo de personas que han instalado un importante poblado de infraviviendas entre las barriadas palmesanas de Son Forteza y Son Oliva, en los confines de la calle Jacint Verdaguer. Con la vía de cintura como techo y la vía del tren bajo sus pies, cada uno ha compartimentado su espacio, que respetan preservando la poca intimidad que ofrece ese lugar con sábanas, tablas o cualquier elemento que sirva para levantar una improvisada pared.

Los vecinos y residentes en la zona observan con preocupación el crecimiento de este asentamiento, donde las condiciones de salubridad son variables: algunos espacios están perfectamente limpios y ordenados, e incluso se observan dormitorios perfectamente presentados, mientras en otros se amontonan los residuos y la suciedad, lo que observan centenares de personas de la zona que pasean o sacan a sus animales hasta un espacio próximo.

«No estamos por gusto aquí, ¿sabe?», espeta uno de los residentes en ese poblado al periodista de Última Hora. Su presencia incomoda y no quieren ser fotografiados, pero la realidad es tangible, visible, palpable... Es otro de los focos en los que se observa que el problema de la vivienda es latente en Mallorca.

«Si nos dieran un piso, un lugar donde vivir, no estaríamos aquí», aseguran, mientras los residentes pasan y miran atónitos el espectacular montaje del poblado, que ha ido creciendo con el paso de los meses bajo uno de los puentes de la vía de cintura, por la que miles de vehículos circulan diariamente sin ser conscientes del drama humano que reside bajo el asfalto.