Los bañistas y vecinos de Cala Molins se quejan de que las aguas
sucias de un hotel y una serie de comercios desembocan en el mar.
Los malos olores, la espuma que se acumula junto a las rocas e
incluso algunos objetos sospechosos de color marrón, han levantado
las críticas de veraneantes y vecinos que no entienden cómo puede
producirse este hecho después de concluir las obras faraónicas de
alcantarillado que afectaron a la zona hace menos de un año.
El concejal de Medio Ambiente del Ajuntament de Pollença, Biel
Cerdà, ha criticado que «el año pasado, cuando se hicieron las
obras de alcantarillado se olvidaron de hacer este tramo, que ni
siquiera figura en los planos». El Ajuntament de Pollença trabaja
ahora en la ubicación de una estación impulsora que bombeará las
aguas sucias desde el hotel y los bajos comerciales hasta la
estación central de Cala Sant Vicenç, que está conectada a la
depuradora de Pollença. Las obras costarán a las arcas municipales
siete millones de pesetas, pero darán solución al problema en el
plazo de una semana.
Sin embargo, puede surgir un problema añadido, ya que la
depuradora se encuentra en estos momentos al límite de su capacidad
máxima. Las instalaciones están preparadas para depurar 7.300
metros cúbicos al día, una cifra que se roza ahora y que
seguramente se verá superada cuando lleguen hasta ella las nuevas
aguas sucias de la zona de Cala Molins. Así se lo ha hecho saber el
concejal Biel Cerdà al Institut Balear de Sanejament (Ibasan), que
estudiará si es necesario ampliar las instalaciones. Los problemas
de vertido de aguas sucias al mar en esta zona se remontan a tiempo
atrás, si bien se pensaba que al construirse la red de
alcantarillado quedarían totalmente solucionados.
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