Pere Gelabert, el jesuita de Manacor que ha sido beatificado el
pasado fin de semana por el papa Juan Pablo II, fue una de tantas
víctimas de la guerra civil española. El Pontífice expresó palabras
de elogio hacia su persona diciendo que «fue modelo de coherencia
que honra al pueblo español y a la Iglesia» en una ceremonia donde
fueron beatificados 233 mártires, la más numerosa de la historia.
Gelabert nació en Manacor en el año 1887, era uno de los nueve
hijos de Pere de Guillem y Antonia. Cuando sólo tenía 20 años entró
en la Compañía de Jesús y fue uno de tantos manacorines que en una
reunión de la parroquia de Manacor, conoció la compañía y se
integró como hermano coadjutor. Gelabert secquedó en Gandia, donde
realizó las tareas de enfermero y electricista.
En el año 1936, le sorprendió el movimiento. El superior de la
comunidad jesuita aconsejó a los súbditos huir de Gandia, pero
Gelabert no quiso abandonar a su superior que al poco tiempo fue
detenido y conducido a la prisión de las Escoles Pies. El 26 de
julio, el beato manacorí corrió la misma suerte. El jesuita soportó
todo tipo de vejaciones e injurias por parte de los milicianos,
pero siempre permaneció sereno e incluso animaba al resto de los
religiosos presos.
«El 23 de agosto hicieron subir a los jesuitas en un autobús.
Giraron hacia Carlet y Alzira y se detuvieron delante de un olivar.
Los hicieron bajar. El jefe de esta expedición era un tal Pancho
Villa. Era domingo y el reloj marcaba las dos de la tarde. Todo fue
muy rápido. Los fusilaron a todos sin misericordia. Después fueron
enterrados en el cementerio de Tavernes», relata el jesuita Nicolau
Pons i Llinàs, quien ha escrito el libro «Jesuïtes mallorquins
víctimes de la Guerra Civil».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.